Los novillos hicieron su entrada en las calles por el emblemático mirador de Hontanar y la fuente de ‘La Pioja’, donde se vivieron momentos de tensión. La bravura de los astados obligó a los participantes a extremar precauciones en varios puntos del recorrido. El itinerario continuó por lugares destacados como el Paseo de San Juan y el Arco de la Villa, hasta culminar en la plaza de toros. En este tramo, los corredores, con notable habilidad, lograron guiar al ganado hacia los toriles.
Uno de los momentos más destacados del día se produjo durante la probadilla en el coso olmedano, cuando uno de los novillos saltó al callejón, generando momentos de tensión entre los asistentes. Afortunadamente, el incidente fue controlado sin mayores complicaciones.
El encierro de Olmedo es una tradición con décadas de historia, que ha visto cómo su recorrido se ha adaptado a lo largo del tiempo. Hasta 1945, el itinerario concluía en la Plaza Mayor, que hacía las veces de plaza de toros, mientras que a partir de 1946 se trasladó a la plaza de Santa María, acondicionada con maderas y talanqueras. Desde 1960, el encierro ha mantenido su trazado actual, con la suelta de reses desde una dehesa cercana, situada a dos kilómetros del pueblo, guiadas por jinetes hasta el casco urbano.
Las fiestas de la Ciudad del Caballero no terminan con este encierro, ya que, como manda la tradición, en la festividad de la Virgen de la Soterraña, toros y caballos vuelven al punto de partida para dar comienzo a un nuevo festejo taurino. Los jinetes, que pueden ser locales o foráneos, requieren un permiso previo del Ayuntamiento para participar en el evento, trámite que actualmente se gestiona de manera telemática.