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viernes, noviembre 15, 2024

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Los abuelos canguro, una solución para muchas familias durante las vacaciones

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El próximo 26 de julio se celebra el Día de los Abuelos, en plena época de vacaciones escolares, y muchos de ellos estarán ocupándose de sus nietos mientras los padres trabajan. ¿Qué harían muchas familias sin su ayuda? Hace unos días se anunció que los abuelos suecos podrán disfrutar de un permiso remunerado para ocuparse de sus nietos. ¿Es planteable en nuestro país? ¿Por qué la sociedad actual depende tanto de los abuelos para hacer compatible la vida profesional con la familiar?

«Somos un país familiarista, una sociedad de strong ties«, comenta la demógrafa Joana Maria Pujadas Mora, profesora de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC. «Tenemos que pensar que Cataluña, como lugar pionero en la industrialización, se sustentó en la familia troncal, y la familia troncal tiene abuelos. Si esa mujer casada que tuvo un hijo volvía a trabajar, lo hacía porque tenía alguien en casa que podía ocuparse del niño. Y hablaríamos seguramente de abuelas», indica.

El estado del bienestar español («particularmente de los cero a los tres años», puntualiza la profesora Pujadas) deja casi exclusivamente en manos de las familias lo que en otros países es tarea del gobierno. Además, «las bajas de maternidad tampoco son las más altas de Europa, a pesar de que ahora se hayan incrementado sustancialmente las paternas», añade la profesora de la UOC.

Natàlia Cantó, socióloga y profesora de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC, coincide plenamente con la profesora Pujadas: «Somos una sociedad muy familiarista que se apoya en las estructuras familiares». En otros países situados más al norte que el nuestro, como Alemania, «las mujeres hacen bajas larguísimas porque existen y pueden», pero Cantó alerta de que, a su vez, «hay una tasa altísima de mujeres que trabajan a media jornada porque los abuelos no tienen ese ‘pacto’ de solidaridad intergeneracional y el estado del bienestar no les ayuda a tener una vida laboral plena, sino que las acaba echando del mercado del trabajo».

El sistema económico no hace compatible la vida laboral con los cuidados

Para Cantó, el problema que existe en cualquier país es que «vivimos en un sistema social y económico que entiende a las personas como individuos y nos pide una proactividad y disponibilidad altísima durante nuestros años de trabajo. Estas demandas laborales no son compatibles con tener una familia ni con el cuidado de personas, sean menores o personas mayores. Y nos dedicamos a poner parches». Para la socióloga de la UOC, este modelo es «insostenible», porque «si todo el mundo participa en este mundo laboral no hay nadie que tenga pulmón para dedicarse a los cuidados y entonces vamos a buscar mano de obra no remunerada: los abuelos».

Un mejor envejecimiento

Para Pujadas, experta en demografía histórica e historia económica, no es que ahora «abusemos más de los abuelos», sino que «ahora podemos usar los abuelos porque los tenemos; antes no podíamos porque se habían muerto». El aumento de la esperanza de vida es un factor esencial en este nuevo rol de los abuelos. «La esperanza de vida en España en 1850 en las regiones más saludables era de 42 años, y ahora estamos por encima de los 80 años, sobre todo entre las mujeres», comenta.

Poder contar con los abuelos es un elemento crucial para la participación laboral de la mujer: «Tenemos más paridad en casa entre hombres y mujeres», admite Pujadas, «pero las excedencias las cogen más las mujeres que los hombres». Y añade: «Si tiene los abuelos, posiblemente esa mujer tendrá una vida laboral más larga».

«Ya hay más gente de 65 años que menores de 16 años en Cataluña»

Más abuelos, menos nietos

Hay todavía un factor más que facilita pensar en los abuelos como figuras clave para encargarse de los nietos: «Cada vez hay menos nietos. De hecho, en algún momento tendremos más abuelos que nietos», declara Pujadas. El descenso de la natalidad en Cataluña ha sido una constante desde la transición demográfica, con la interrupción del llamado baby boom de finales de los años cincuenta y sesenta. «Históricamente, la natalidad no podía ser baja porque la mortalidad era alta. Ahora los medios anticonceptivos son más efectivos, pero no es que la gente tuviera hijos sin medida, es que necesitaban tener muchos para que sobrevivieran algunos y te pudieran ayudar en la vejez», explica. Las generaciones que nacieron después del baby boom son más pequeñas, y esto también influye en que hoy en día se tengan todavía menos hijos.

Actualmente, la campana demográfica mantiene la tendencia: el último informe de población del Instituto de Estadística de Cataluña estima que en 2024 la población catalana ya ha superado los ocho millones de habitantes, recuperada del frenazo de crecimiento de los años 2020 y 2021 durante la pandemia, pero que respecto al 2023 la población mayor de 65 años ha aumentado un 2,3 %, mientras que el tramo de cero a quince años ha caído un 1,3 %. Si en 2010 había casi un equilibrio entre el 16,25 % de la población infantil catalana y el 16,5 % de los mayores de 65 años, desde entonces los porcentajes no han parado de separarse, y la estimación para este 2024 es de 14,83 % de entre cero y quince años, por un 19,52 % de gente mayor.

«En los países nórdicos tienen el mismo problema», avisa Pujadas. «Pensaron que la natalidad había bajado por problemas de conciliación laboral y repuntó unos años, pero ahora se ha vuelto a estancar», añade. Quizás no todo depende de tener un estado del bienestar más sólido: «Hay gente que decide no tener hijos porque no quiere». De hecho, un motivo nuevo que aparece en las encuestas sobre la natalidad es que no se tienen hijos porque no se encuentra la pareja adecuada.

Más allá del contexto histórico, la profesora Pujadas admite la vigencia de la conversación social: «Una cosa es que los abuelos estén capacitados y tengan la salud y la energía para hacerse cargo de los nietos, pero otra es que quizás tendríamos que pedirles más si quieren hacer este servicio, no dar por entendido que están obligados a ello». Este tipo de relaciones es lo que se conoce como «solidaridad intergeneracional, que va de abuelos a nietos, pero también puede ir de nietos a abuelos, cuando sean mayores».

Cantón añade que muchos abuelos no pueden negarse a peticiones de ayuda de sus hijos: «Aunque lleguen a la vejez con salud y nuevos planes, si sus hijos les piden ayuda con sus nietos y nietas y lo hacen por necesidad, para contabilizar la vida laboral con el trabajo de cuidados, acabarán diciéndoles que sí».

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