Rocío, Patricia y Nicolás, estos son los tres jóvenes medinenses que han decidido acudir a uno de los municipios más afectados por la gota fría
Paula de la Fuente-. Como cada jueves en Onda Medina Castilla y León, las ondas se impregnan de actualidad política con el habitual debate de portavoces. Luis Carlos Salcedo, del Partido Popular; David Alonso, de Medina Primero; María Jesús Vázquez, de Gana Medina y Candelas Laguna, del Partido Socialista, acceden al habitual estudio para analizar si la Villa de las Ferias tiene protocolos actualizados ante posibles catástrofes. Pero hoy no es un día cualquiera, en esta ocasión, antes de comenzar, hacemos una pausa, movidos por un escenario de urgencia que demanda atención. Desde Paiporta, Valencia, donde la gota fría ha dejado devastación y desamparo, un grupo de jóvenes de Medina del Campo ha acudido a prestar su ayuda. Al otro lado de la línea telefónica, Rocío Pisador, una de las protagonistas de esta historia de solidaridad, nos atiende.
Vocación de ayuda: «Lo vi en las noticias y no pude quedarme de brazos cruzados»
“Muy buenos días, Paula”, se escucha con el clásico crujido de llamada telefónica. Es la voz de Rocío, una joven medinense de 26 años que, impulsada por el deseo de ayudar, se embarcó en este viaje sin dudarlo hace escasamente unas horas. “La situación en Valencia es bastante triste, lo que les está pasando a las familias es devastador. Desde que vi lo que estaba ocurriendo, empecé a pensar cómo podía llegar hasta aquí, cómo podría ayudar”, nos cuenta. Movida por esta necesidad de brindar amparo, Rocío compartió en redes sociales una convocatoria para formar un grupo de apoyo. “Puse una publicación en Instagram, y la respuesta fue increíble; muchos querían venir, aunque, al final, solo tres pudimos hacerlo”.
Junto a ella están Nicolás y Patricia, también jóvenes medinenses, de 24 y 26 años. “La verdad es que nos hemos encontrado con otros jóvenes de nuestra edad, y eso ha sido impactante porque siempre se dice que la juventud de hoy no se involucra. Aquí es justo lo contrario: hay miles de personas jóvenes ayudando, incluso niños”, afirma Rocío. Su voz transmite asombro y emoción; el sentido de comunidad que han experimentado es palpable en cada palabra.
Las imágenes de la devastación: «No se puede entender hasta que se ve»
In situ, Rocío intenta, con sus palabras, transmitir lo que han presenciado en apenas unas horas de trabajo. La imagen que describe es sobrecogedora. “Las casas están rajadas, muchas con marcas de agua hasta el techo. La gente ha perdido prácticamente todo. Tuvimos que ayudar a una señora mayor a sacar el lodo de su cochera; era impresionante, el lodo estaba casi hasta las rodillas”.
Una de las escenas más impactantes que describe la joven es la de las calles de Paiporta cubiertas de escombros y objetos personales arrastrados por el agua. “Ves coches apilados unos encima de otros, montañas de tres y cuatro pisos de coches amontonados. No hay dónde comer, no tienen luz, no hay agua potable”. A Rocío se le corta la voz por un instante, pudiendo sentirse la crudeza de las imágenes que lleva grabadas en la memoria. “Es muy duro, pero que muy duro, ver a las personas mayores, a quienes les cuesta más moverse y están atrapados en esta situación sin poder hacer nada”.
Y es que estos tres compañeros decidieron emprender este viaje sin una logística clara. “Nos vinimos sin contactar con nadie, directamente. Queríamos ayudar y no podíamos esperar más. Incluso el día que salimos no teníamos lugar donde dormir. Al final conseguimos un hotel y ahora nos han ofrecido una casa en Picanya para pasar otra noche”.
El compromiso de Rocío, Patricia y Nicolás no se detiene allí. Tras ayudar en Paiporta, planean dirigirse a Alfafar, Benetússer y otras localidades afectadas, ampliando su alcance a medida que avanzan. “Vamos con nuestros propios coches, y hay mucha gente haciendo lo mismo, incluso en bicicleta. Pero hay zonas en las que el acceso es complicado; la Guardia Civil y la policía controlan el paso, aunque a los voluntarios nos dejan pasar”.
En Paiporta, la gratitud de la gente hacia estos voluntarios es conmovedora. “Vas por la calle y la gente te agradece constantemente. Nos gritan ‘¡viva los voluntarios!’ y nos dicen que somos los jóvenes los que estamos sacando esto adelante”, relata Rocío, con una mezcla de emoción y orgullo. “Nos ofrecieron comida caliente aunque ellos apenas tienen nada. Es impresionante ver cómo la gente lo ha perdido todo, y aun así te ofrece lo poco que tiene”.
Si bien es cierto, la joven no duda en recalcar la diferencia entre lo que se ve en televisión y lo que realmente están viviendo en las calles de Paiporta. “Las cámaras no pueden mostrar lo que realmente está pasando aquí. Esto se vive de otra manera cuando estás rodeado de familias que han perdido su casa, sus recuerdos… es diferente verlo desde dentro”.
Un llamado a la empatía: “Si esto nos hubiera pasado a nosotros, querríamos que vinieran a ayudarnos”
Antes de despedirse, Rocío lanza un mensaje a la audiencia. “El que pueda venir a echar una mano, que venga, porque se necesitan muchas máquinas, pero también muchas manos y corazones dispuestos a ayudar. Hay que tener empatía; si esto nos hubiera pasado a nosotros, también quisiéramos que la gente viniera a ayudarnos”. Al mismo tiempo, recuerda que, lo que más se necesita en las zonas que están visitando hasta el momento, es especialmente material de limpieza e insulina.
En la voz de Rocío se percibe la determinación y el compromiso de quienes han dejado la comodidad de su hogar para tender una mano amiga en tiempos de adversidad. Un ejemplo de que, ante la tragedia, la solidaridad puede brotar desde cualquier lugar y que de esta ‘Generación Z’ está repleta de jóvenes con un corazón inmenso.
Pues desde que llegaron (ayer, miércoles 6) están más tiempo con el móvil haciéndo fotos y stories que con una fregona.
Parecen las escuelas esos de turismo-voluntariafo donde ya solo les falta coger a un damnificado y hacerse fotos con él, como los pijos con los negritos ciando van a Kenia aconstruiles una cada con bostas y paja pique ¡son felices con tan poco!
Bien por la injustamente llamada ‘generacion de cristal’ (si bien la logística es nefasta sus ganas lonintentan compensar) pero también se les ha llenado Valencia de mierda (como los Desokupas), otros que van a lavarse laconciencia y otros que van a mancharse de barro para luego salir en elnprograma del de los OVNIS.