El osezno de Barniedo ha sido liberado en un robledal cercano al lugar donde fue encontrado herido hace más de tres meses. Ahora con un peso cercano a los 30 kilogramos y en óptimo estado de salud, el ejemplar regresa a su entorno natural tras un proceso de recuperación llevado a cabo en el Centro de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS) de Valladolid y en la finca de aclimatación del monte de Valsemana, bajo la supervisión de la Junta de Castilla y León.
Monitorización y seguimiento
Para facilitar el estudio de sus hábitos y movimientos, Barniedo porta dos dispositivos de localización: un emisor GPS, que se desprenderá en verano durante la muda del pelaje, y un transmisor por radiofrecuencia que permitirá seguir sus desplazamientos durante los próximos cinco o seis años. Además, lleva un microchip que asegura su identificación en caso de recaptura.
El proceso de liberación estuvo a cargo de técnicos y veterinarios de la Junta de Castilla y León, con el apoyo del Principado de Asturias y la Patrulla Oso de la Fundación Patrimonio Natural. El lugar de la suelta, un robledal con abundante producción de bellota, garantiza alimento suficiente para su supervivencia durante los próximos meses.
Un regreso rápido y prometedor
El momento de la liberación fue ágil: Barniedo salió corriendo en cuanto se abrió la puerta de su transporte. Desde entonces, el seguimiento inicial ha confirmado que se mueve con soltura y explora el territorio, lo que indica una buena adaptación al entorno.
Álvaro Soto, director veterinario del CRAS de Valladolid, señaló que el oso podría no hibernar este invierno si dispone de alimento suficiente, lo que es común en ejemplares bien nutridos.
Una historia de resiliencia
Barniedo fue encontrado en agosto en León tras sufrir heridas en sus patas, probablemente debido a un incendio en la zona. En el CRAS, el osezno recibió tratamiento para sus lesiones, desparasitación y una dieta que le permitió aumentar de 6 a 15 kilogramos antes de ser trasladado a Valsemana. Allí continuó su recuperación en aislamiento humano y alcanzó los 30 kilogramos actuales, mostrando gran vitalidad y capacidad para trepar árboles, habilidades fundamentales para su supervivencia.
Con este regreso a la naturaleza, Barniedo se une a los esfuerzos por la conservación del oso pardo ibérico, una especie emblemática y en peligro de extinción.