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jueves, noviembre 14, 2024

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Aitana Sánchez-Gijón en Medina del Campo: «Siempre tengo la sensación de estar comenzando y me ilusiono como una niña cada vez que empiezo un proyecto»

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Paula de la Fuente-.  Este mismo jueves, el Auditorio Municipal Emiliano Allende será el escenario en el que se podrá disfrutar de “La Madre”. Aitana Sánchez-Gijón vuelve a las tablas, con uno de los personajes más aclamados de los últimos tiempos, en una obra que cuestiona cuáles son los límites de la soledad, el vacío y la cordura. El texto de esta pieza corresponde a Florian Zeller -quien fuera ganador de los premios Oscar-. Bajo la dirección de Juan Carlos Fisher, la actriz compartirá escenario con Juan Carlos Vellido, Álex Villazán y Almudena Salón, de la mano de Barco Pirata Producciones Teatrales 

Queremos profundizar en esta obra que plantea preguntas universales sobre la maternidad. ¿Es posible que una madre ame demasiado? ¿Existen límites para ese amor, y qué ocurre cuando los hijos crecen y se van?

Aitana Sánchez-Gijón: Yo creo que se puede amar de manera errónea o insana. Eso es lo que le ocurre a Ana, mi personaje. Ha depositado todo en sus hijos, en la casa, en la pareja, y no ha dejado nada para sí misma. Eso le lleva a desarrollar un amor posesivo y demandante. Ella misma dice que no se puede amar demasiado, pero claramente lo hace de una manera que la consume. Todos podemos reconocer a alguien así, o incluso vernos reflejados en menor o mayor medida. El miedo al vacío, a la soledad que queda cuando los hijos se van, es lo que le sucede a Ana.

¿Podríamos decir que el público se adentrará en la mente de esta madre y tendrá que armar el complejo puzle que supone la maternidad?

Aitana Sánchez-Gijón: Exactamente. Lo que sucede en la obra es lo que está pasando en la cabeza de Ana. El espectador siente la misma confusión, perplejidad y delirio que ella. Florian Zeller ha creado una estructura compleja, como ya lo hizo en «El Padre», donde trataba el tema del Alzheimer. Aquí, en «La Madre», vemos a una mujer sumida en la depresión, que necesita pastillas para vivir. No son pastillas para sentirse bien o mal, son para poder levantarse por la mañana y seguir adelante. Hay una acumulación de desesperación, sensación de fracaso y estafa por todo lo que ha sacrificado.

Hablando de las relaciones en la obra, ¿qué papel juega la figura paternal ante la emancipación de los hijos?

Aitana Sánchez-Gijón: La relación de pareja está agotada. Ana dice en un momento que su marido siempre le ha dicho que se quedaba por el bien de los hijos, pero ahora que ya no están, no hay excusa para seguir juntos. Esto refleja una realidad que muchas parejas viven: mantienen la relación por el núcleo familiar, y cuando los hijos se van, todo se desmorona. El marido ha tenido otras cosas en su vida, así que para él no es una crisis tan existencial. Sin embargo, las madres solemos ser las más afectadas por el «síndrome del nido vacío».

¿Cree que esta obra también critica ese rol tradicional de la mujer como cuidadora?

Aitana Sánchez-Gijón: Es una reflexión acerca de esa división patriarcal de los roles. Aunque las mujeres más emancipadas tengamos una vida profesional fuera de casa, existe un impulso interior que nos lleva a cuidar de los demás. A mí me gusta cuidar, pero también me gusta que me cuiden, y ahí está el desequilibrio. El problema es la falta de corresponsabilidad, de equilibrio en el cuidado.

¿Uno de los protagonistas en esta obra sería, entonces, la ausencia de los hijos?

Aitana Sánchez-Gijón: Exacto. Los hijos se van, como debe ser, pero su ausencia deja un vacío enorme que hay que gestionar. Ana atraviesa este trance de manera extrema, hasta llegar a la enfermedad. Muchas mujeres pasamos por este cambio de etapa sin llegar a esos extremos, pero el dolor sigue ahí. Los hijos dejan de necesitarte y hay que acostumbrarse a ello. Sin embargo, también se puede ver de manera positiva: los hijos se emancipan y, en cierto modo, tú también recuperas terreno cedido, lo cual también es una conquista.

¿Qué ha sido lo más difícil de interpretar este rol?

Aitana Sánchez-Gijón: El gran reto ha sido darle coherencia al personaje dentro de un guion tan ambiguo. Florian Zeller no cuenta la historia de forma lineal o realista, lo que genera una confusión que he tenido que superar. Tuve que tomar muchas decisiones para dar forma a Ana, aunque a veces no estaba segura de si eran las correctas. Es un constante navegar en aguas de confusión, en un puzle donde nada está claro.

Para cerrar, me gustaría hacer un ejercicio con Aitana Sánchez-Gijón. Piense en las figuras maternales que han formado parte de su vida. ¿De qué manera le han podido influir como madre?

Aitana Sánchez-Gijón: Tengo la suerte de haber tenido una madre feminista y trabajadora, tanto dentro como fuera de casa. Ella siempre me inculcó la importancia de ser independiente, de tener mis propios recursos. Eso es algo por lo que siempre le estaré agradecida.

Cumple 40 años de carrera el próximo año, fue la primera mujer en presidir la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, y acaba de estrenar «Respira» en Netflix. ¿Qué le espera a Aitana Sánchez-Gijón en el futuro?

Aitana Sánchez-Gijón: Espero que todo esté aún por llegar. Siempre tengo la sensación de estar comenzando y me ilusiono como una niña cada vez que empiezo un proyecto. Aunque no puedo contar mucho, hay cosas en marcha que ya iré revelando. Por ahora, seguimos con la gira de «La Madre» hasta el 21 de diciembre, con casi 30 ciudades por delante.

 

 

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