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viernes, noviembre 15, 2024

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La conversación que dio origen a la primera corrida en el Coso del Arrabal de Medina del Campo

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En 1948, Medina del Campo se encontraba en el centro de una inesperada y crucial conversación que marcó el inicio de su historia taurina. Todo comenzó cuando el crítico taurino Antonio Díaz-Cañabate, acompañado por el legendario torero Domingo Ortega y el empresario Luis Calvo, decidió hacer una parada en la Villa de las Ferias tras un evento en Astorga.

La reunión, que en un principio tenía como objetivo una simple cena, se transformó en un encuentro histórico gracias a la intervención del alcalde de la localidad, Aurelio Rojo. Según relata Díaz-Cañabate en la revista «El Ruedo», Rojo se acercó al grupo para comentar ciertos rumores que circulaban en la villa: «¿Es verdad lo que se dice por aquí, que piensa usted construir una plaza de toros en Medina? Vengo a ofrecerle a usted todas las facilidades posibles».

Domingo Ortega, sorprendido por la pregunta, negó cualquier plan al respecto. Sin embargo, el alcalde y sus acompañantes no se dejaron convencer fácilmente y pasaron la velada intentando persuadir al torero de llevar a cabo la construcción de la plaza. Aunque Ortega continuó negando, los medinenses estaban convencidos de que sus intenciones eran otras.

El tiempo les daría la razón. Apenas un año después, en septiembre de 1949, Domingo Ortega inauguraba la Plaza de Toros del Coso del Arrabal como torero, aunque no como empresario ni propietario, desmintiendo parcialmente los rumores iniciales. «Lo que no cabe duda es que los medinenses se han movido bien, y en el corto espacio de un año han resuelto todos los inconvenientes», narraba Díaz-Cañabate, destacando el esfuerzo de la comunidad local.

La plaza, obra impulsada por la familia Casares, fue el resultado de un anhelo colectivo por dotar a Medina del Campo de un espacio digno para sus festejos taurinos, que hasta entonces se celebraban en la plaza mayor, adornada por la Iglesia de San Antolín y el Ayuntamiento. Con un tendido alegre y techado, el Coso del Arrabal se convirtió en un símbolo de la pasión de la villa por la tauromaquia.

El crítico finalizaba su crónica con un toque emocional, reflejando la importancia de la inauguración de esta plaza en la rica historia taurina de Medina del Campo, conocida como la Villa de las Ferias, y cómo este evento fue un hito que reforzó aún más la identidad taurina de la localidad.

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