Al Rey, lo que es del Rey

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EDITORIAL

En la Antigua Roma, un calendario fastuoso marcaba todos y cada uno de los símbolos esenciales en la sociedad que, por definición, venían a describir las magnitudes socio-políticas de un determinado mandatario en un escenario concreto. No se cuestionaba ni se debatía la pertinencia de los mismos, aunque puede ser cierto que la inexistencia de Facebook y otras redes sociales en aquella espléndida época, favoreciera al no afloramiento de corrientes ideológicas carentes de discursos lógicos.
Viajando al siglo XXI, ya no solo preocupa esta posverdad en la que todo se cuestiona, sino los entes que justifican, sin recursos aparentes, razonamientos sin rigor alguno. En este punto, no nos estamos refiriendo a cualquier ciudadano que se abraza a un teclado para decir que Miguel Bosé es el líder al que hay que seguir en esto del COVID19 o hacer críticas constantes a la Monarquía, hablamos también de mandatarios políticos, como Carmen Calvo, que defiende como una «decisión bien tomada» el hecho de que el Rey de España no haya asistido a la entrega de Despachos a la nueva promoción de jueces.
Como si se tratase -al igual que en épocas pasadas de nuestra historia- de un «Hombre X», desde el Gobierno únicamente se ha insistido en que esta decisión de hacer invisible a la institución, parte de la persona «a quien corresponda».
En esta contienda simbólica, muchos españoles se preguntan: “¿Quién manda en nuestro Gobierno?, ¿es Pedro Sánchez?, ¿son los partidos independentistas? Quién sabe, ni siquiera sabemos las cifras reales de los fallecidos por la COVID-19.
Es tiempo de incoherencias, de eliminación de fastos, de acudir con impresoras al Congreso de los Diputados y vestir públicamente con trajes, muchos de ellos de la línea de Amancio Ortega, en los que luce un reluciente lazo amarillo.
El problema está justo detrás de todo esto, cuando se sigue cediendo ante las presiones de grupos minoritarios, que poco o menos representan a la totalidad de la nación. Atrás quedan las polémicas relativas a cómo frenar esta segunda ola, o analizar en qué consiste el proyecto de Ley que pretende espiar nuestras conversaciones de WhastApp “en casos excepcionales”. Según está todo, quién sabe si no será Miguel Bosé el próximo Ministro de Sanidad. El tiempo lo dirá, de momento, habrá que quedarse en casa viendo las aventuras de Fernando Simón en el programa de Calleja, mientras los debates políticos siguen justificando que el Rey sobra en España.
 La Voz de Medina y Comarca