Tiempo de pactos
Con la llegada de unos momentos en los que los españoles han ordenado a la clase política alcanzar pactos de gobernabilidad, a tenor de los resultados obtenidos en las elecciones, el panorama se ha complicado y permite ver dónde está cada uno de los partidos políticos y los fines que los mismos se proponen.
El inmovilismo de determinadas posturas induce a pensar que España no tiene remedio, a pesar de que tal aserto no deja de ser un espejismo. Y es que los españoles, tras expresar su voluntad general, pueden no tener muy claro lo que quieren pero sí saben a ciencia cierta lo que no quieren.
Y los españoles no quieren imposiciones, no quieren corrupción, no quieren vivir instalados en la zozobra y sí quieren estabilidad, progreso, justicia, trabajo y mejoras de todo tipo. Sin embargo, la cerrazón de la derecha tradicional y de la izquierda emergente, sólo preocupadas por conservar los resortes del poder, en el primero de los casos, o por hacerse con los mismos, en el segundo, bien pueden dar al traste con todo el sistema, cuando las verdaderas soluciones están al alcance de sus manos.
Pero no hace falta ir a Madrid, centro neurálgico del poder en el que estos días se baraja el futuro de España, con opciones de progreso o de “más de lo mismo”, sino que basta acercarse al número 1 de la Plaza Mayor de Medina del Campo para ver idéntica situación a la que sufre toda España.
En el caso de Medina basta con echar un vistazo a la composición de la Corporación Municipal para saber que es necesario alcanzar pactos para aprobar unos simples presupuestos municipales, simple y llanamente porque los medinenses no dieron mayoría absoluta a ninguno de los partidos políticos con representación en el Consistorio.
Pero eso que cualquier medinense aprecia a simple vista no parece evidente para los políticos locales, sumidos en sus egos y ambiciones.
Es por tanto llegado el momento de la generosidad, del pacto y del avance, que avanzar es, cuando no hay nada hecho y alguien quiere construir un rascacielos, pactar para que al menos se erija un edificio de 20 plantas.
Esa es la gran oportunidad que ahora se ofrece en Medina, con grandeza de quien está en el poder y con transigencia por quien obtuvo menos votos y quiere erigirse en el árbitro de una situación.
La ocasión la pintan calva y por sus obras vamos a conocer a todos.
La Voz de Medina y Comarca