Complicado ajedrez
Como consecuencia de los resultados de las últimas Elecciones Generales, se ha presentado un complicado tablero de ajedrez en el que los diversos partidos mueven sus respectivas fichas al objeto de conseguir formar un Gobierno, en principio, aunque impensable, estable para los cuatro próximos años.
“Votos y razones”, decía el que fuera presidente del Gobierno y de la Segunda República, Manuel Azaña; pero está claro que los votos han sido los que han sido y, en consecuencia, todo apunta a que no podrá fundarse sobre los mismos el futuro Gobierno.
El Partido Popular, con 123 escaños hasta hace unos días y ahora con 122 tras el presumible paso al grupo mixto del diputado segoviano Gómez de la Serna, investigado por la justicia, tendrá serias dificultades para formar Gobierno, a pesar de que podría contar con el apoyo de la formación de Albert Rivera, Ciudadanos, no llegando tampoco así, salvo que se produzca la abstención del PSOE o Podemos, a obtener la deseada y codiciada Presidencia.
Por su parte, el Partido Socialista, encabezado por Pedro Sánchez, tampoco lo tiene fácil ya que precisaría del apoyo de Podemos, previa renuncia de éste, tal y como ya han anunciado desde la Directiva del partido, a las veleidades de poner en peligro la unidad nacional. Aun así, el PSOE requeriría también algún voto nacionalista, además del de Podemos, para conseguir la Presidencia del Gobierno.
Esta es la situación de los votos y la misma no da más de sí, por lo que ha de entrar en juego la segunda palabra a la que aludía el presidente Azaña: las razones.
Vaya por delante que, ante todo, está la razón de Estado y el sentido de la responsabilidad que en cada momento los partidos políticos, si quieren subsistir con el paso del tiempo, deben ejercer a tenor de sus principios y con lealtad al electorado que los ha sentado en el Congreso.
Pero sí sería necesario preguntarse qué es lo que desean los españoles, ya sea un Gobierno basado en la responsabilidad, en el pacto y en la negociación, antes de que los partidos, yendo o no a unas nuevas elecciones, se vean abocados a una merma de votos y, en consecuencia, a la posible desaparición de algunos de ellos poniendo en peligro el propio sistema.
Es por tanto llegado el momento de sensatez para resolver, posiblemente con una legislatura corta, los problemas de los españoles y comparecer de nuevo ante ellos con la cara alta, sin vergüenzas y sin complejos.
La Voz de Medina y Comarca