Editorial

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Libertad de expresión
 

No es frecuente que un hebdomadario o semanario local, como es el caso de “La Voz de Medina y Comarca”, dedique un editorial a cuestiones internacionales. Pero el atentado que ha sufrido el semanario humorístico francés “Charlie Hebdo”, que ha segado de cuajo la vida de varios de los profesionales que trabajaban en el mismo, a manos de la “yihad”, justifica y hasta exige el mismo.
 
En consecuencia, vaya por delante la más rotunda condena al atentado yihadista, el pésame a las familias de los fallecidos, tanto del hebdomadario como de las Fuerzas de Seguridad, y la solidaridad con esa cuna de la libertad, igualdad y fraternidad  que es la República Francesa.
El atentado de “Charlie Hebdo” pone de manifiesto hasta dónde puede llegar, en nombre de la religión y de las creencias, el fanatismo, en este caso el “yihadismo”, que es, y esto debe quedar claro, el vocablo utilizado en el mundo occidental para denominar a las ramas más violentas y radicales del Islam político, bien alejado del sentir religioso de la mayoría de los musulmanes y de las musulmanas que sufren en silencio, por miedo, su azote y humillaciones de forma cotidiana,
Tras Estados Unidos, España e Inglaterra, que sufrieron atroces atentados “yihadistas”, ahora le ha tocado el turno a Francia, la cuna de las libertades y precisamente poniendo el punto de mira de los Kalashnikov de los terroristas en lo que ha de ser la quintaesencia de las libertades: la prensa; y no en uno de los periódicos tradicionales sino en un hebdomadario cómico y de viñetas, donde la autocensura que se ejerce en el periodismo convencional para no ofender ni a etnias ni a religiones ni a formas de pensar diferentes es imperceptible, ya que no es la información, con sus límites legales, la que está en juego sino la propia imaginación expresada en una viñeta.
Ahora sólo queda por ver la respuesta  de Francia ante este atentado, esperando que la misma, por contundente que sea, no llegue a desencadenar, a través de movimientos políticos intransigentes, extremos y xenófobos, una reacción “islamofóbica” en un país en el que viven más de cinco millones de pacíficos musulmanes, atraídos por una metrópoli en la que tener apellidos europeos y haber nacido en el norte de Africa es absolutamente normal.
Francia tiene un referente a seguir, el nuestro, el de España, que, salvadas las diferencias en cuanto al número de musulmanes en el suelo patrio, supo encajar el dolor del golpe del yihadismo del 11 M sin lanzarse a aciagas aventuras.
La Voz de Medina y Comarca