Editorial

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Conciencias negras
No parece que salieran del juzgado muy preocupados los ex directores de Caja Madrid, Miguel Blesa y Rodrigo Rato, a pesar de que la Fiscalía les acababa de imponer fianzas de 16 y 3 millones de euros, respectivamente, a las cuales tienen que responder en el plazo de tres días; podemos imaginar que para su tren de vida y sus multimillonarios sueldos no deja de ser calderilla.
Pero por primera vez en la historia de este país, la sociedad y todas las instituciones se han puesto de acuerdo en denunciar y tomar medidas ante semejante escándalo, no sabemos si por ser un caso que implica a todos los partidos y agentes sociales, con lo cual nadie está libre para tirar la primera piedra, o simplemente porque hemos despertado del letargo social y permisivo que vivíamos en los famosos años de bonanza. Esta respuesta ha logrado que, en un tiempo récord, todos los partidos empiecen a realizar expedientes de expulsión de aquellos cargos implicados en las ya famosas “tarjetas black”.
Pero si ayer había personas que desprendían indignación e impotencia eran las que estaban a las puertas de los juzgados, los damnificados por las preferentes, en gran parte personas mayores que se han pasado toda una vida ahorrando para que les sirviera de colchón y ayuda en su jubilación y que ahora se encuentran en situaciones personales tremendamente complicadas. Muchos de ellos fueron entrevistados por los medios que allí se encontraban y sus voces entrecortadas por la impotencia eran incapaces de hilar una frase sin que sus ojos se cristalizaran por sus lágrimas reprimidas; es verdad que todos, en mayor o menor medida, nos hemos sentido escandalizados por la desfachatez de las actuaciones de los dirigentes de la caja, tanto por el dinero estafado como por los sitios donde se lo han gastado -alcohol, masajes, clubs, fiestas, lencería… vamos, todo artículos de primera necesidad-, por no entrar en los argumentos peregrinos que hemos tenido que escuchar a los subsodichos.
¡Qué casualidad ninguno era consciente de hacer nada malo! Y más de uno se permitía recomendarnos austeridad y nos recriminaba que vivíamos por encima de nuestras posibilidades mientras estaba tomando una copa de champán en un hotel de cinco estrellas esperando a la querida para regalarle un diamante, todo a cargo de la tarjeta. Ahora está en manos de los jueces dar un verdadero escarmiento a esta panda de timadores y mandar un mensaje claro a los directivos de las grandes empresas que juegan con el patrimonio de muchos ciudadanos.
La Voz de Medina y Comarca