Medio millón de euros más
Cuando todo está a punto para que comiencen las celebraciones patronales de San Antolín y la alegría desborda ya por todas partes, las inevitables críticas al programa de fiestas afloran, como es natural. Toda programación que se precie ha de tener, por lógica y definición, amigos y detractores.
Pero, como reverso de la moneda de tales críticas, es absolutamente necesario preguntarse qué habría hecho el Ayuntamiento de Medina del Campo si hubiera dispuesto de medio millón de euros más para su funcionamiento. ¿Lo habría dedicado a fiestas o a cubrir otras necesidades más imperiosas y perentorias para los ciudadanos?
Está claro que en otras épocas, en ésas que se llama de bonanza económica, el Ayuntamiento no habría dudado en destinar tales recursos a fiestas; pero sería necesario preguntarse y preguntar al ciudadano en qué medida se habrían mejorado las celebraciones patronales con medio millón de euros más.
La verdad, a diferencia de otras épocas en las que se esperaban las celebraciones como únicos días de diversión y solaz por parte de los ciudadanos, en la actualidad la ciudadanía disfruta de fiestas constantes en otros municipios, de música y de fiesta cualquier fin de semana. De todo ello se desprende que si el Ayuntamiento hubiera contado con los recursos aludidos sólo habría podido mejorar en la programación el capítulo de conciertos, ya que, y es sólo ejemplo, en el apartado de parques infantiles podía haber instalado uno más o uno más grande.
Y todo ello porque la esencia de las fiestas de Medina son los encierros, garantizados por la programación municipal; como contrapunto a los mismos, dentro del llamado toreo serio, si el Ayuntamiento dispusiera de más recursos habría organizado un par de corridas de toros de más enjundia, pero para qué y para quién si los ciudadanos no acuden.
Las fiestas tienen siempre un componente de alegría, que se manifiesta en el jolgorio de las peñas y en las ganas de divertirse de los ciudadanos que acuden a los espectáculos, sean los que sean, de forma masiva, sin importar qué es lo que van a ver. Esas son las fiestas de Medina del Campo y de cualquier otro municipio, especialmente en época de crisis, en la que la alegría, por grande que sea, no llega a las cotas que son de desear y, en consecuencia, hace que el espíritu de solidaridad aflore y se vea con buenos ojos destinar los pocos recursos que se tienen a necesidades que trascienden los ocho días que duran las fiestas.
La Voz de Medina y Comarca