Editorial

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Africa
El continente africano comienza a generar una problemática que, no por ser nueva, es conocida ahora a través de los medios de comunicación más que en otras épocas, levantando así ampollas entre la ciudadanía, bien porque ésta se sienta solidaria, en el caso de los más jóvenes, bien porque la misma, en el de los más mayores, se sienta responsable de la situación en la que se encuentran algunos países de esa Africa que, guste o no, en su totalidad fue en otras épocas protectorado, colonia o cualquier otra plaza de soberanía dependiente de los países europeos que hoy viven instalados en el estado del bienestar.
Durante años se luchó por destinar a esos países, los más pobres del mundo en muchos casos por ausencia de recursos o por estar estos en las manos de los cuatro dictadores herederos de la descolonización, el famoso 0,7 por ciento que hubiera llevado, de continuar el mismo durante años, a salir de la penuria a dichos países y a evitar que sus ciudadanos comenzasen una diáspora que habría de terminar en la Europa soñada, como garantía de una vida mejor.
No cejó el comercio de armas por parte de algunos Estados para unos y otros bandos; no cesaron las ayudas que, en vez de depositarse en manos de organizaciones no gubernamentales, se destinaron de forma directa a los gobiernos títeres que regían dichos países; y no paró de especularse con el trabajo, a bajo costo, de los ciudadanos africanos para que una Europa prosperase a sus expensas.
Quizás ahora que Europa se ve sumida en recortes de todo tipo y en políticas antisociales, vuelva sus ojos hacia aquellas políticas que desarrolló en Africa para decir basta ya.
El caso más flagrante que se ha detectado en los últimos días ha estado relacionado con la sanidad pública. Es el traslado y muerte posterior en el Hospital Carlos III del sacerdote Miguel Pajares, afectado por la enfermedad ébola. Un contagio mortal, en la mayoría de los casos, para el que las farmacéuticas, con el fin de erradicarlo, no han realizado ninguna inversión o, si lo han hecho, mantienen el resultado de forma callada para, si llega la ocasión, inundar los mercados del primer mundo y sanar a quienes puedan pagarlo.
El ejemplo es claro, las inversiones a hacer y a realizar en Africa son evidentes, y no se trata precisamente de dar de comer sino de enseñar a producir a los africanos, tratarles como los seres humanos que son y así remediar algunos de los males que de ellos podrían llegarnos.
La Voz de Medina y Comarca