El más votado, alcalde
Con la frase “el más votado, alcalde” puede sintetizarse la triquiñuela con la que ahora salta el Partido Popular, en una de esas propuestas que asombran, en este caso más a extraños que a propios de dicho partido, por el carácter peregrino de la mima.
Parece que el PP no se ha parado en barras a la hora de diseñar un nuevo y futuro sistema electoral que permitiría a dicho partido, y también al alternante PSOE, perpetuarse en las poltronas de los Ayuntamientos.
La situación no es nueva en la rancia derecha española; pero es, nadie lo dude, antidemocrática e injusta. Prácticamente, de poder llevarse a cabo, casi en vísperas de unas elecciones municipales previstas para el año que viene, tal propuesta sería un “golpe de estado parlamentario”. Y es que los tiempos en política son fundamentales y bajo ningún concepto pueden cambiarse a mitad de partido, cuando las cosas no van bien, las normas de juego para ganar.
Los partidos más votados en los procesos electorales de la España actual ya ven incrementada su posibilidad de gobernar mediante la aplicación a los resultados de la llamada Ley d’ Hondt, que favorece siempre a la candidatura más votada, adjudicándola en la práctica y casi siempre un mayor número de escaños. Y es que, a efectos de propiciar mayorías, a los legisladores españoles dicho sistema les pareció el menos injusto. Pero de ahí a la propuesta que hace ahora el PP va un verdadero abismo.
Si se ilustrase lo dicho podría ponerse como ejemplo, del que existen casos reales, el de un municipio con 9 concejales, en el que con 301 votos el partido más votado y con 300 otras dos formaciones políticas, cada formación tendría 3 concejales y sería alcalde el de la lista más votada, despreciando un mensaje clarísimo del pueblo: hacen falta pactos. Además, cuando no se alcanzan acuerdos de investidura es alcalde el cabecera de la lista más votada, salvaguardándose así las posibilidades de una moción de censura y el derecho de las mayorías nacidas de los pactos a acceder al poder.
Harina de otro costal sería plantear con tiempo y sosiego un nuevo sistema de elección de alcalde, a doble vuelta, como acontece en Francia, donde los partidos eliminados el primer día de comicios pueden apoyar a otra formación.
Pero lo ahora planteado por el PP, y no practicado por dicho partido cuando le ha convenido, es al menos una cacicada y una respuesta insuficiente a una España que exige un procedimiento electoral digno y decoroso con la inclusión de listas abiertas.
La Voz de Medina y Comarca