“Paquirrín”, para meditar
A lo largo de estos días, Medina del Campo ha sufrido sobre sus propias carnes una polémica que, absurda en su tema de fondo, es preocupante por varios motivos. La mecha la encendió el anuncio de la intervención en las fiestas de San Antolín de Kiko Rivera y su música, con la que definitivamente se va a otra parte.
Hasta aquí nada de particular, ya que de haberse sucedido los hechos con normalidad, el resultado hubiera sido el mismo. Y es que desde el momento en que un Ayuntamiento convoca una Comisión de Festejos, lo mínimo que puede hacer es oír a la misma. Y si el interlocutor municipal no sirve como correa de transmisión, como de hecho ha sucedido, para recoger los anhelos, que no decisiones inapelables de dicha Comisión de Festejos, se le sustituye, como se ha hecho, y punto final. Eso sí, una vez recogidos los deseos colectivos y restablecida la normalidad de los cauces participativos, cada palo debe aguantar su vela; y quien se sienta en el despacho noble del número uno de la Plaza Mayor manda sobre la mesana de la gobernación local y tiene la última palabra a la hora de decidir.
Junto a estos hechos, completamente normales en un Ayuntamiento vivo, se han producido otros como la divulgación del tema anecdótico de “Paquirrín” en programas televisivos de “famoseo”, que han arrastrado el nombre de Medina del Campo por los platós, perjudicando seriamente la imagen de la villa, como si Medina y su primera mandataria, como representante de todos los medinenses, estuvieran en almoneda, poniéndolos en labios de los personajes más “frikis” del panorama televisivo.
Si a esto se añade que tal ofrenda en las aras del escarnio y la chacota de la pequeña pantalla llegó de labios de quien tuvo responsabilidad en el Ayuntamiento de otras épocas, es obligado reprobar tal comportamiento. Y si el mismo estuvo además salpicado de mentiras, refutables y refutadas, sobre la utilización de los recursos de la villa, debería exigirse a sus “superiores”, si es que aún existen, que releguen a tal personaje al ostracismo político y al olvido.
Quizás sean estas cosas las que hacen que la ciudadanía desconfíe, cada vez más de esa clase política que cuando gobierna, en Medina o en otro sitio, hace lo que le viene en gana; y, cuando está en la oposición, carece de la gallardía de dejar hacer a los demás, erigiéndose, ya sea en televisión o a través de redes sociales, en “salvapatrias” de los que hay que protegerse.
La Voz de Medina y Comarca