Editorial

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Primero de mayo

Tal y como es costumbre desde tiempo inmemorial, ya sea bajo la convocatoria de una manifestación reivindicativa, como en la actualidad, o con exhibiciones gimnásticas, en tiempos que en España es mejor olvidar, el primero de mayo se celebra la fiesta del Trabajo, un evento que sirve para reivindicar derechos, en muchos casos sustraídos; injusticias, “recortes” y, por qué no, cambio de políticas que hagan más llevaderas la crisis económica y la vida de los ciudadanos.
Por tal motivo, alrededor de quinientas personas participaron el jueves en la manifestación reivindicativa que habían convocado Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores.
Aunque tal participación ha sido superior a la de anteriores ediciones, hay algunos aspectos de la manifestación que chirrían a simple vista. Entre ellos figura la poca afluencia de ciudadanos en un municipio en el que existen 3.000 parados; destaca la edad de los participantes, con ausencia casi total del colectivo de jóvenes, los más perjudicados por la falta de trabajo; se evidencia la desunión entre los colectivos, a juzgar por el número de pancartas; y se deja entrever la incipiente presencia de media docena de crápulas antisistema que vociferan contra todo y contra todos,sin revestir la peligrosidad que tienen en las grandes ciudades.
Son estos últimos la nota y los notas que los grandes sindicatos y el conjunto de la ciudadanía, como no podía ser de otra manera, condenan, allí donde aparecen, porque degradan el carácter festivo y lúdico de toda manifestación a la que concurren; y quizás son los decrépitos protagonistas de la quema de algún cartel anunciador en la calle de Padilla, semiocultos entre jóvenes sanos, en la noche anterior, que se habían echado a las calles para festejar el triunfo del Atlético de Madrid.
Pero, a pesar de todo, lo importante del primero de mayo de este año fue que el número de participantes en la manifestación se incrementó; que los discursos fueron los adecuados y corrieron a cargo de quiénes tenían que correr; y que, flanqueando el recorrido de los manifestantes, había un buen número de personas, mayoritariamente pensionistas, que, sin engrosar las filas que discurrían por las calles, mostraban su apoyo a quienes salieron a las mismas a defender los derechos de toda la ciudadanía.
La Voz de Medina y Comarca