Semana Santa
Ya está aquí una de las manifestaciones religiosoculturales que más predicamento tiene entre los españoles: la Semana Santa.
Naturalmente que atrás quedan aquellos años en los que se imponía el silencio, se cerraban los cines, se ensordecían las campanas, para dejar su espacio a las carracas, y todo parecía paralizarse en aquellas noches centrales de la Pasión, en las que, en unos casos por devoción y en otros por entretenimiento, sólo había dos alternativas: ir a las procesiones, muchas menos que en la actualidad, o recorrer las iglesias para visitar los Monumentos. Eso sí, el juego, tradicionalmente prohibido en España encontraba en esas noches la licencia oportuna para su desarrollo, a golpe de chapas o de Bacarrá.
Los tiempos han cambiado y la Semana Santa se ha convertido, en aquellos municipios que disponen de una imaginería histórica y de calidad, en un recurso turístico de primera magnitud, especialmente en aquellas localidades en las que la Pasión disfruta de algún tipo de reconocimiento.
Tal es el caso de Medina del Campo, cuya Semana Santa se beneficia de la Declaración de Interés Turístico Internacional. Ahí, además del poder de atracción de sus desfiles procesionales, radica la dificultad. Y es que con el devenir de los tiempos, las procesiones han encontrado un fuerte adversario: el viaje, cada más frecuente, de los ciudadanos a la costa, para disfrutar de unos días de playa, e incluso a otras ciudades más allá de las fronteras de la “Piel de toro”.
Por tal motivo, a tenor de la competencia de los viajes, la oferta de Medina del Campo y de otras ciudades con grandes desfile procesionales ha de ser más cuidadosa que nunca para no defraudar a quien viene para hacerle volver y servirse de sus comentarios, cuando vuelva a su lugar de origen, para divulgar la Pasión medinense.
La sentencia dice que “lo mejor es enemigo de lo bueno”, y sin duda alguna tiene razón. Por tal motivo, Medina del Campo, tras la gran eclosión de su Semana Santa hace unos años, puede verse abocada a desencantar al visitante si no se adoptan las medidas oportunas. Y es que quien viene a Medina lo hace con la intención de ver el Renacimiento en las calles, que ésa es la característica principal de sus procesiones, naturalmente flanqueado por cofrades. De ahí que el exceso de innovaciones e incorporaciones de imágenes contemporáneas a los desfiles tradicionales, aunque se hagan con la mejor intención, pueden entrañar un cierto peligro al desemantizar la esencia.
La Voz de Medina y Comarca