Fotocopia a fotocopia
Hay Gobiernos centrales y periféricos que no dejan de sorprender, a consecuencia de las rarezas que entrañan sus decisiones. Pero hoy, al margen de lo que se ve en el mundo, no deja de llamar la atención lo que sucedía en Medina del Campo, cuando gobernaba el anterior equipo de Gobierno del PP o, mejor dicho, del PP de Crescencio Martín Pascual.
Atrás quedan aquellos años, en los que las facturas de teléfono para consultar los oráculos de Rappel y de la pitonisa Lola, engrosaban hasta el infinito las facturas de telefónica del Ayuntamiento.
Atrás quedan también las dobles facturas y, por supuesto, aquellas pantagruélicos comilonas a cargo del erario municipal, en las que las viandas más suculentas, los vinos más exquisitos y los puros habanos, los mejores aunque vinieran de la Cuba castrista, siempre eran los preferidos de aquel gobierno local de la derecha, y cuyos precios sólo competían con las bolsas de níscalos que algunos se llevaban en mano del restaurante, naturalmente para agasajar a cualquier invitado. ¡Faltaría más!
Pero ahora, pasados los años, vuelve a aparecer otro tema que deja constancia de la eficacia y buena administración de aquel gobierno municipal: el gasto en fotocopias y fotocopiadoras, cuyo importe se desconoce; aunque sí se sabe que el actual Ayuntamiento, una vez tomadas las medidas oportunas y eliminados los abusos, conseguirá ahorrar 100.000 euros anuales en el servicio de reprografía.
Y es que no parece de recibo que en el Ayuntamiento existieran más fotocopiadoras que dependencias tiene la Casa Consistorial, algunas de las cuales podían verse en los servicios higiénicos que colindan con el salón de Plenos. Es de presumir que sería a modo de almacenamiento y no para inmortalizar en papel otras cosas acordes al espacio en que se encontraban las máquinas, que eso entraría de lleno en el terreno de los vicios ocultos.
Interesante sería saber quién firmó la compra de tan ingente cantidad de fotocopiadoras y contratos de mantenimiento, no vaya a ser que el autor del entuerto ni siquiera tuviese facultad para contratar en nombre del Ayuntamiento y hubiese perpetrado al despilfarro desde uno de esos cargos emanados de la decisión directa del alcalde, a título de persona de confianza, con una manera “sui generis”, por parte del contratante, de entender el concepto presupuestario de “aplicación particular”.
La Voz de Medina y Comarca