Editorial

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Lomce
Tras meses de idas y venidas; semanas y hasta casi un año de huelgas, manifestaciones y mareas verdes; además de una discrepancia notoria entre la denominada “comunidad educativa”, compuesta por alumnos, padres y docentes, y el titular de la cartera de Educación, José Ignacio Wert; el Congreso de los Diputados, con los votos del Partido Popular, sacó el jueves adelante la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE).
Es curioso ver cómo la práctica totalidad de las intervenciones de los portavoces de los diversos grupos parlamentarios con presencia en el Congreso de los Diputados han dejado constancia de que, tan pronto como cambie la situación, en unos casos, o simple y llanamente “cuando gobernemos”, en lo atingente al Partido Socialista Obrero Español (PSOE), se modificará la LOMCE, que ha sido un verdadero caballo de batalla, no sólo bajo su presente nombre, sino en todos los casos en los que se ha tratado de aprobar una ley educativa para el conjunto de España en las otras seis veces anteriores que se ha hecho.
Increíble parece que sobre un tema tan fundamental como es la educación, que supone además una gran inversión en el material humano del futuro para un día obtener de él la rentabilidad que siempre se espera de una generación mejor preparada, no se encuentre el consenso de los diversos grupos políticos, por la intransigencia de unos y otros, en muchos casos basada en criterios ideológicos, poniendo en juego conceptos o asignaturas como parapeto, olvidando que son, en definitiva, las futuras generaciones las perjudicadas.
Al margen de creencias religiosas, de criterios políticos e, incluso, de aquello que dirán las Comunidades Autónomas, que también tienen competencias en la materia, lo que es cierto es que va llegando la hora de alcanzar un gran acuerdo nacional si no se quiere que la futura LOMCE sea una nueva ley a tiempo tasado y condenada, como todas las anteriores, a una muerte que habrá de llegar de la mano de un nuevo Gobierno.
La credibilidad de la clase política podría empezar de nuevo a granjearse en este tema si los representantes de los diversos partidos llegan a un consenso en la denominada Cámara Alta, el Senado, para tras la devolución de la LOMCE, previa a su aprobación definitiva por el Congreso, incluir aquellos aspectos en los que todos pueden estar de acuerdo por ser de sentido común y eliminar las aristas y asperezas que han llevado a la situación actual.
La Voz de Medina y Comarca