Editorial

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“Crear” un Papa
Mucho ha sorprendido la decisión de Benedicto XVI de “dejar” el Papado, ya que nunca la “marcha” de un Papa puede denominarse dimisión o renuncia y menos aún en el caso de Joseph Ratzinger que ha tenido por norte la lucha contra el relativismo, auspiciando así el inicio de una nueva era de la Cristiandad, en la que la Verdad universal y la Esencia inalterable habrán de ser los principios que rijan la misma.
El cansancio físico parece ser la causa de la “marcha” de Benedicto XVI, al no tener fuerzas para “ejercer adecuadamente el ministerio petrino”. Un rasgo que honra a quien ocupa aún la Silla de San Pedro y que valida lo que ha predicado durante su Papado: La inmanencia de principios, que lo es el todo, frente al relativismo, que en cuestión de creencias, de pensamiento y de compromiso es la nada en el mundo espiritual.
Quizás por ello, Benedicto XVI, al que el Orbe creyó un Papa de transición, esté llamado a pasar a la Historia de la Humanidad como el descendiente de Pedro que sentó las bases de una Iglesia Nueva, presta a hacer frente a los retos del siglo XXI, en el que todo discurre a una velocidad de vértigo y en el que “crear” un Papa puede convertirse en algo frecuente, precisamente porque un Papado ha de ser contingente para auspiciar una Iglesia Católica tan inmanente como sus propios principios.
Para ello, el teólogo Ratzinger, más respetuoso que nadie con el concepto eterno de “creación” de un Papa, no ha dudado en debilitar, a la par que purificar, el tercer paso de la misma, el más contingente de todos, el que puede ser o no ser y el que más se asemeja a un proceso electoral.
Así las cosas, una vez declarada la Sede Vacante y antes del inicio del Cónclave, los 118 cardenales electores celebrarán la Misa “Pro eligendo Papa”, en San Pedro;  y entonarán el “Veni Creator”, en la Capilla Paulina, para solicitar la ayuda del Altísimo, dando así el primer paso de la “creación” de un Papa. Es la “inspiración”, a la que seguirá la “negociación”, sin mediación de candidato alguno, del proyecto espiritual – nunca terrenal, que la Jefatura del Estado Vaticano es inherente al titular del Obispado de Roma – que habrá de llevar a la elección del nombre de la persona que habrá de desarrollar el mismo, tras ser “creado” Papa con el apoyo de dos tercios de los votos emitidos por los Príncipes de la Iglesia, mediante papeletas con letra irreconocible para evitar conchabeos.
Esos son los tres jalones de la “creación” de un Papa, “según la voluntad de Dios”, tal y como reza la “Universi Dominici Gregis”.
Ahora sólo falta que el Cónclave esté a la altura de Benedicto XVI para “crear” un Papa, según la “Voluntas Dei”, para este siglo convulso.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA