Editorial

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Fijar población, una prioridad
La Revisión del Padrón de Habitantes Continuo, que regularmente realiza el Instituto Nacional de Estadística (INE), ha arrojado unos resultados negativos tanto para Medina del Campo como para la inmensa mayoría de los municipios de su comarca o, más técnicamente hablando, de su Partido Judicial.
Y es que en sólo un año, al elevar a definitivos a finales de año los datos del Padrón de 2012, con respecto a los utilizados para las Elecciones Locales de mayo de 2011, Medina del Campo y Comarca han perdido 633 habitantes, situándose así el número de los mismos en 47.124 frente a los 48.057 ciudadanos que existían en aquellas calendas de los Comicios locales.
La situación es, al menos grave, ya que tales datos suponen, “grosso modo”, alrededor de un uno por ciento de pérdida de población en un periodo muy corto de tiempo y en una zona que, además de deprimida por su economía – así está declarada por el Gobierno – se ve azotada por el fenómeno de la desertización y amenazada por una pirámide de población envejecida que, pronto o tarde, desaparecerá; y, con ella, algunos de los pequeños municipios que configuran la comarca medinense.
Ni qué decir tiene que Medina nada es sin su comarca, uno de sus principales motores económicos, ni ésta sin la capital, tampoco, ya que la “Villa de las Ferias” es la principal prestadora de servicios para todo el conjunto de la Zona Sur.
Estos malos datos poblacionales se conocen, además, en un momento delicado, ya que como tal puede tildarse a la necesaria y anunciada Ordenación del Territorio que ya se encuentra en puertas por las necesidades que impone la marcha de la economía, en la que el ahorro público es, hoy por hoy, la prioridad absoluta del Gobierno de España.
Así las cosas, no estaría de más que las políticas, en aquellos niveles a los que correspondan las mismas, además de tener como prioridad la generación de empleo, busquen las fórmulas para fijar la población. Para tal fin, no estaría mal visto ofrecer a los mayores los servicios que realmente necesitan, ya sea en sus municipios de residencia o en otros cercanos, generando así, para su atención, un buen número de puestos de trabajo para jóvenes, siendo la ahora denostada Ley de la Dependencia un motor de generación de empleo nada desdeñable en una sociedad envejecida.
El reto está ahí y bien puede conjugarse con las medidas que sean necesarias para reagrupar poblaciones y aquilatar los gastos de su mantenimiento.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA