Editorial

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Por una Medina pulquérrima
Sí son ciertas las numerosas denuncias que se realizan, casi de forma cotidiana, sobre la suciedad existente en la villa. También es cierto que la misma está considerablemente más limpia que en los últimos años de aquel infausto Gobierno que presidió el concejal Martín Pascual.
Parece que todo tendrá remedio tras la adjudicación del nuevo contrato de limpieza, que llegará en breve, y sustituirá a las prórrogas, injustificadas e injustificables, del viejo contrato del que se ha beneficiado una empresa muy concreta, con nombres y apellidos, y sobradamente conocida, nadie sabe a mayor gloria de qué o de quién.
Quizás resulte elegida la misma empresa, eso nadie lo sabrá hasta que llegue el momento; pero está claro que las condiciones serán bien diferentes, ya que el pliego de condiciones incluye una serie de novedades para la policía o limpieza de la Medina pulquérrima que todos queremos.
Pero, al margen del nuevo sistema de limpieza de Medina del Campo, está claro que hay que sensibilizar a la población para que la misma colabore en el mantenimiento de las calles de forma limpia, sin verter líquidos, de forma especial en las noches de los sábados; evitando micciones, que también se producen tanto por parte de humanos como de cuadrúpedos; y hasta coadyuvando, ya de forma definitiva, con la eliminación absoluta de carteles, allí donde se encuentren.
Y es que el aspecto limpio de una ciudad no sólo lo confiere la horizontalidad de las calles, sino también la verticalidad de cualquiera de los parámetros que configuran las viviendas.
Sacudidas de alfombras; chicles adheridos por su gominosidad al pavimento; cáscaras de pipas que se consumen en algunos establecimientos sin venta por parte de éstos ni beneficio, en consecuencia, para sus propietarios; y paseos a horas intempestivas hasta los contenedores de la Mancomunidad para depositar las basuras en momentos inadecuados, tienen que ser erradicados de forma absoluta, educando también a la ciudadanía a que contemple las papeleras como un útil en el que deben depositarse los papeles, las bolsas o lo que se quiera, y no en un elemento decorativo en torno al cual pululan las cosas que debían estar dentro.
Nadie duda que si el Ayuntamiento y su ya anhelado y deseado pliego de condiciones de limpieza sale adelante, y si la ciudadanía hace gala del nombre que lleva, entre todos se habrá conseguido una Medina mejor, más limpia e incluso se habrán evitado los olores nauseabundos que a veces emanan de los contenedores a los que, aunque sean de la Mancomunidad, no les vendría mal un lavado de vez en cuando.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA