Entre todos la mataron
La búsqueda de eufemismos para desdramatizar una situación nunca implica que la misma sea más llevadera para nadie, porque, a la postre, lo que hay, hay. Y guste o no guste, España ha sido intervenida, entre partidos y goles de la Eurocopa, por Europa, con el subterfugio de la concesión de un crédito, que bien podría llegar a los cien mil millones de euros, para salvar, no a los grandes bancos que disfrutan de solvencia contrastada, sino al resultado de esas fusiones de cajas y bancos de segunda línea manipulados por los políticos, que bien merecen el edulcorado calificativo de escuálidos, sin que ello sea óbice para que se piense, sin paliativos, en los sinónimos más fuertes del adjetivo en cuestión: flaco, macilento, sucio y asqueroso.
Pero si de un crédito para “sanear” la banca con problemas se trata, aparece de nuevo el eufemismo, por parte de quien utiliza tal verbo, porque debería hablarse de la palabra “intervención” sin miedo alguno, ya que, al margen de lo que diga el tercer problema de España, la clase política en su conjunto ha llevado a España a la situación económica en la que se encuentra. Y es más positivo decir las cosas así de claras que pensar – verbo siempre muy difuso – en que se ha engañado a los españoles como a chinos, haciéndoles creer que todo se solventaría con un cambio de Gobierno.
Y es que es igual que el préstamo se le haya concedido al Estado para que rescate a los bancos y cajas sin solvencia que el hecho de que el Estado hubiese rescatado a los mismos y, ya sin recursos, el Gobierno hubiese tenido que solicitar el rescate del propio Estado.
Las pruebas son ya evidentes y más que por las debilidades de la propia España por la nefasta gestión que, entre soberbia y envanecimiento del gobierno de turno que “exige” recursos a sus socios, hace de todo menos tranquilizar a los llamados mercados y hasta llega a sembrar más desconfianza. Y es que no se puede comprometer la palabra de un Gobierno diciendo que no habrá intervención y que la misma se produzca pocos días después, ni que los trajes negros de los hombres de la “troika” no harán su aparición en España, cuando los españoles tendrán que verlos a las puertas de las centrales de los bancos rescatados.
Dígase como se diga, la intervención de España es un hecho real, porque la misma comenzó incluso antes de la llegada a la Presidencia del gobierno del poco explicativo don Mariano Rajoy, en el momento en que comenzaron a realizarse los primeros recortes, que después se han ido sucediendo con prisas y sin pausas, con lo que los “deberes” ya están parcialmente hechos, aunque aún falte alguno por completar y que, a ciencia cierta, saldrá de los impuestos y recortes de los sufridos españoles.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA