Solana.- Una de las tradiciones más enraízadas en Nava del Rey está compuesta, como cara y cruz de una misma moneda, por la “bajada” de la ermita y “subida” a la misma de la Patrona de ciudad, Nuestra Señora de la Concepción, popularmente conocida como “La Virgen de los Pegotes”, en honor a las teas o antorchas que portan los navarreses para iluminar, desde hace siglos, el trayecto que realiza en carroza la venerada imagen.
La imagen de la Patrona “bajará” mañana miércoles para permanecer en la iglesia del convento de las Capuchinas de los Sagrados Corazones -a consecuencia del cierre de la iglesia parroquial de los Santos Juanes- hasta el 8 de diciembre, fecha en la que, concluída la novena que se oficiará en su honor, retornará a la ermita de la que es titular.
Los actos previstos para el miércoles comenzarán, alrededor de las 18.00 horas, en los corrales de la Cámara Agraria, donde los muleros enjaezarán a las mulas encargadas de tirar de la carroza de la Patrona, una urna acristalada en cuyo interior, además de la imagen de la Virgen, situada en primer término, viajarán el párroco, un miembro del Ayuntamiento y un componente de la familia Pino, que sufragó en el siglo XIX los gastos de construcción del carruaje.
Los muleros, preparado el coche y tras tocarse con grandes pañuelos la cabeza, para protegerse del frío y de las pavesas, además de con grandes puros encendidos en sus labios, tras haber degustado el vino añejo de la Nava, y dotados de teas, conducirán el vehículo hasta el Ayuntamiento, donde ya se habrán repartido a todos los “pegotes” o antorchas, alrededor de las 19.00 horas, al objeto de acompañar a los tres privilegiados que irán en el mismo hasta la ermita a recoger a la Virgen.
Introducida la imagen en el interior de la urna, la misma comenzará su “bajada” hacia el municipio, estando prevista su llegada al casco urbano para un cuarto de hora más tarde. Y a partir de ahí comenzarán los momentos más emotivos de este evento religioso y popular: las diversas paradas que la carroza realizará, siempre flanqueada de “pegotes” o teas, en cada hoguera instalada en el trayecto, mientras un navarrés o una navarresa lanza sus vítores a la Patrona, a gran velocidad, coreados siempre, con gran fervor, por los asistentes.
A una parada en la que se proclamará “¡Viva la Madre de Dios!”, “¡Viva el Tronco de la fe!”, “¡Viva la Rosa de Jericó!”, “¡Viva la Virgen de los Pegotes!”, “¡Viva la Patrona de la Artillería!”, “¡Viva la Virgen de las Castañas!” y “¡Viva …..”, le seguirán otra y otra y otras más en las que los vítores, ensartados unos con otros en retahílas interminables, no dejarán de sonar en la noche navarresa hasta que la imagen llegue, en medio de un pueblo que arde de fervor y llamas, hasta la Plaza Leciniana donde, como manda la tradición, debe introducirse la imagen en la iglesia de los Santos Juanes marcha atrás, y en medio de vítores y más vítores, hasta ser depositada en el altar mayor.
Eso sí, este año, al igual que el anterior y con motivo del cierre de la iglesia de los Santos Juanes por su mal estado de conservación, la Patrona no “dormirá” en la iglesia sino en el Convento de las Capuchinas, donde se celebrará también la novena.
Y concluida la “bajada”, al igual que durante la misma, los participantes degustarán las castañas que, de tiempo inmemorial, se asan en viviendas particulares y en los propias hogueras para paliar el frío de la noche navarresa. De ahí que la Patrona sea conocida también como “Virgen de las Castañas”.
Todas estas tradiciones, la afluencia de miles de personas tanto a la “subida” como a la “bajada” de la Virgen han convertido a este doble evento en un verdadero acontecimiento religiosopopular y gastronómico que fue declarado hace unos años Fiesta de Interés Turístico Regional, verdaderamente digno de ser visto, al carecer de parangón.