“Quanta cura”
La acepción latina “quanta cura”, traducida al español “con muchísimo cuidado”, fue utilizada por el Papa Pío IX para encabezar una histórica encíclica.
En estos días en los que la visita papal de Benedicto XVI ha dejado una profunda huella en España, no parece incorrecto recuperar el nombre de la encíclica del Nono de los Píos para indicar, no sólo el cuidado que ha de tenerse con las cosas, las tradiciones y los ritos; sino también con ése espectáculo taurino-popular que son nuestros encierros, que por primera vez en la historia, a partir de la jornada del día dos, podrán alardear de la Declaración de Interés Turístico Nacional, esperamos que no sólo sobre el papel, sino también de facto.
Para ello es absolutamente necesario que los encierros de Medina del Campo por los que la villa, entre otros atributos y celebraciones, es conocida en España entera, se desarrollen con la más absoluta normalidad y sin ningún tipo de estridencias, salvo aquellas que puedan producir los propios novillos “motu propio”, pero en ningún caso inducidos.
Este es quizás el reto que tenemos este año los medinenses, tanto los que concurren a los encierros a caballo, como los que lo hacen a pie o los que participan en los mismos durante el recorrido para conseguir que el nombre de Medina del Campo y de sus encierros suene a nivel nacional en positivo.
Para ello, la colaboración de todos es necesaria, con el objeto de permitir que el trabajo a realizar por parte de los encargados de encerrar a los novillos sea eficaz, que el discurrir de los astados hasta la plaza de toros por las calles medinenses se produzca con normalidad y que las capeas a desarrollar en el coso resulten también brillantes en la plena extensión de esta palabra.
Y es que no hay que olvidar que los encierros de Medina del Campo, “al estilo de la villa”, tienen tres espacios marcados y tasados de forma fija: el campo, las calles y la plaza de toros; y, si alguno de estos tiempos falla, se puede dar al traste no sólo con los encierros, sino también con el nombre y reconocimiento nacional que acaban de obtener y que seguro habrán de servir de acicate para atraer, quizás no este año pero sí en los futuros, a numerosas personas deseosas de ver cómo se producen estos espectáculos taurino-populares al estilo de la villa.
Seguro que nadie, en su sano juicio, habrá de regatear esfuerzos para que el prestigio de este espectáculo nacional sea esplendoroso y sirva de buque insignia de las tradiciones medinenses.
Ojalá sea así.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA