EDITORIAL

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El voto, un derecho ciudadano

Los últimos coletazos de la campaña electoral que con motivo de las Elecciones Municipales y Autonómicas se ha desarrollado durante estos últimos días, llegan a su fin esta noche, justo en el momento en que comience el primer segundo del sábado, jornada de reflexión.
Por tanto, ha llegado el momento de recapitular de forma personal, sin interferencias de ningún tipo, y analizar los programas que todos y cada uno de los candidatos y de los partidos que los sustentan han presentado.
El domingo llegará la hora de la votación, en la que cada uno, a su mejor saber y entender, con mayor o menor convicción, pero siempre con alegría, concurrirá a las urnas del distrito que le corresponda para emitir su voto, ese sufragio que hace precisamente que los ciudadanos sean eso, ciudadanos por el hecho de ejercer un derecho inalienable a la persona en un sistema democrático.
En puridad, quienes concurran a votar siempre estarán capacitados para ejercer la crítica sobre los gobernantes que resulten elegidos, entonando en unos casos el mea culpa porque ellos mismos los votaron; y, en otros, sintiéndose libres de cualquier reproche, porque no fueron ellos quienes sustentaron con su voto los resultados electorales.
Esa es  la grandeza de la democracia, que permite cada cierto periodo de tiempo a la ciudadanía expresar su sentir, a través de la denominada voluntad general que, desde los tiempos de la Revolución Francesa, con sus defectos y también con sus virtudes, es incuestionable.
Y es que la suma de los votos de todos y cada uno de los ciudadanos, aunque parezca paradójico, no es igual a la Voluntad General, ya que por diversos sistemas establecidos por los legisladores y acatados por todos, en un sistema en el que a cada hombre o mujer le corresponde un voto, el cedazo de la democracia hace que el resultado sea el mejor para todos, con o sin mayorías, que cada elección tiene siempre una lectura diferente.
Hay otro segmento de población que opta por no votar, por quedarse en sus casas, y luego pretende exigir responsabilidades a gobernantes a los que nunca eligió, ni a cuya elección se opuso. Quizás obraron así por hartazgo, quizás lo hicieron por otros motivos en los que no ha de entrarse; pero ellos y sus conciencias saben perfectamente que por no haber concurrido a unas elecciones han declinado su derecho a conformar, como parte activa, la Voluntad General de todo un pueblo.
Para que nadie pueda reprocharse nunca el no haber sido decisivo con su voto en unas elecciones, es imprescindible votar para demostrar que, ante todo, se es ciudadano.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA