Editorial

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Concurso de ideas o mondonguería
Los concursos de ideas nada tienen de particular, cuando los mismos se ejecutan con un presupuesto adecuado y se respetan hasta sus máximas consecuencias los proyectos que de ellos emanan. Los resultados pueden o no gustar, pero es evidente que en ningún momento podrán aplicárseles otros calificativos distintos de bonito o feo, a gusto del consumidor.
Pero cuando se convoca un concurso de ideas, con la pretensión de que sea la iniciativa privada la que lo ejecute para obtener rentabilidad y con absoluto desconocimiento de las necesidades del mercado, y muy especialmente en época de crisis económica, puede ocurrir que un concurso de ideas para construir un parking subterráneo en la Plaza Mayor quede al final desierto, por parte de la posible empresa que debería ejecutarlo, y el proyecto, las calicatas y estudios geotécnicos, a la postre tengan que pagarlos todos los ciudadanos, porque si no hay obra, el Ayuntamiento, diga lo que diga sobre quién va a pagar la factura, tendrá que aflojar la bolsa, si la tiene, o dispendiar de erarios de otras administraciones en concepto de las traídas y llevadas subvenciones.
Quizá sería más lógico llamar a varias empresas, de las grandes para que no haya lugar a dudas por la enjundia de la obra, pedir que las mismas presenten sus proyectos y la viabilidad económica de los mismos, adjuntando los avales bancarios que sean precisos, para que llegado el momento, y a tenor de la realidad más feaciente, sean ellas las responsables de todo el resultado. Y es que es muy difícil, con una idea preconcebida y plasmada en unos planos, que cualquier empresa que se precie entre al trapo, dispuesta a pagar todo lo habido y por haber, lo debido y por deber, sin saber por cuánto período de tiempo se le va a ceder el subsuelo de la Plaza Mayor, cuántas plazas de aparcamiento va a poder construir, cuántas va a poder vender o alquilar, ya que la concesión en ningún momento podrá sobrepasar los 99 años, según la Ley.
Por tanto, sería necesario negociar ante todo con las empresas que tengan capacidad para abordar esta obra, no vaya a ser que de lo que puede resultar un parking, del que no se concreta sobre qué área se extiende, se convierta ante los ojos de los ciudadanos en una verdadera mondonguería.
Además, no sería superfluo que el grupo de Gobierno echase un vistazo al último intento de construir un parking subterráneo en la Plaza del Mercado, que dejó a los medinenses in albis y a la empresa que lo intentó “sin pluma y cacareando”, porque el regidor José Antonio Pérez pidió avales.
Dicen que a la tercera va la vencida y, con independencia del resultado subterráneo, no es de desdeñar el aspecto que deberá presentar el tapiz externo de la Plaza Mayor para que sea a gusto de todos y explicar qué calles comerciales se van a “semicondenar” para acceder al futuro parking.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA