Editorial

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Llegan las fiestas

Los pueblos de la zona comienzan estos días la celebración de sus Fiestas Patronales, que poco a poco se irán generalizando en la totalidad de los municipios, alcanzando el 15 de agosto su momento álgido en nombre de Vírgenes y advocaciones marianas, para dar paso a partir del 16 del mismo mes a los Santos varones.
Según se van conociendo las programaciones de dichas fiestas, muchas veces incompletas porque aún no se han plasmado sobre el papel, aunque siempre son ciertas porque surgen de labios de regidores, la práctica totalidad de los ayuntamientos repliegan velas en el capítulo de gastos, de forma muy especial en el apartado de festejos taurinos.
Y es que la situación, por cuestiones de la crisis, lo requiere. Sí es cierto que los toros abundan en las ganaderías a mejor precio que en otras ocasiones; pero la sensatez de la mayoría de los regidores hace que, pese a tales rebajas, opten por el recorte y reduzcan el número de reses que habrán de lidiarse en los festejos taurino-populares, en muchos casos suprimiendo incluso la instalación de plazas de toros portátiles para aquilatar gastos, empezando a suprimir ya algunos festejos de cortes al entender que los mismos ya no tienen el mismo atractivo que tenían hace unos años.
Las licencias de la Junta de Castilla y León, el traslado de los Materiales Específicos de Riesgo (MER) como son los desechos de las reses, y el encarecimiento de los seguros, hacen que los recortes se impongan, de forma especial si a ello se añade la baja en ingresos en concepto de construcciones y obras de los ayuntamientos.
Pese a todo, al encontrarse los municipios en el último año de legislatura, algunos alcaldes no dudarán en tirar la casa por la ventana con la esperanza de recoger más votos como consecuencia de un buen resultado de fiestas. Pero los mismos, que no son muchos, se equivocan. Y es que en época de crisis, la ciudadanía está más atenta que nunca a los dispendios, a los gastos que son superfluos y al despilfarro, que no están dispuestos a sufragar con sus impuestos.
Una cosa es que los ayuntamientos, que al año que viene no podrán solicitar créditos a largo plazo para sanear sus cuentas, se vean obligados en algunos casos a subir tasas para cubrir servicios básicos como basura o suministro de agua, y otra bien distinta que algunos ayuntamientos intenten repercutir los excesos de las fiestas y las obras faraónicas, que no pueden mantenerse, a golpe de impuestos. Esta es la realidad y las circunstancias exigen austeridad en todo, y más en aquello que es aleatorio.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA