Editorial

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De todo y de nada

Hacía ya tiempo que no se veía un Plenario del Ayuntamiento tan movido y grosero como el que se vivió en la noche del lunes.
Posiblemente, las razones de merecer el Organo de Gobierno más poderoso del Ayuntamiento tales calificativos, puedan encontrarse en los asuntos que se debatían y en la catadura moral, ni mejor ni peor, sino distinta, de algunos de los concejales del Ayuntamiento.
Bochornoso fue saber que la coordinadora de cultura y esposa de un concejal del Grupo de Gobierno, ostentando un cargo de los denominados a dedo, ha sido la redactora de las bases de adjudicación de la explotación  de la Escuela Infantil “San Francisco”, de la que, de ser ciertos los anuncios de algunos ediles de oposición, podría beneficiarse la mujer de otro capitular del mismo partido.
Mención especial requiere el léxico utilizado por algunos de los concejales, que en afán de desacreditar al contrario o contraria, no entendiendo que tal no es enemigo sino adversario político, olvidan que los exabruptos proferidos y algunos más podrían aplicarse a sí mismos, dada la trayectoria que han tenido a a lo largo de los años en la Casa Consistorial, que no podía tildarse, precisamente, de feliz.
Uno de los momentos más bochornosos llegó de la mano de los recortes de los sueldos de los concejales y de sus gratificaciones por asistencia a Organos de Gobierno y Comisiones Informativas. Y es que para aplicar la rebaja que acordaron más valdría no haber hecho nada, ya que todo se redujo a una pamema que arrojará como resultado el ahorro de cinco o diez euros en los emolumentos.
Cuando aún pesa una denuncia, admitida a trámite por el juzgado, por un presunto delito de falsificación documental precisamente de asistencias a Comisiones de Gobierno para, al parecer, cobrar un poquito más, no parece de recibo que el Ayuntamiento, en un rasgo que le hubiera honrado, no haya renunciado al cobro de las asistencias en Plenos y Comisiones.
No sé puede poner una vela a Dios y otra al diablo, cuando se está, presuntamente, ratoneando para cobrar un poco más, pareciendo que se cobra un poco menos. Y mucho menos en una situación de crisis en la que los ciudadanos empiezan ya a estar hartos, no de que los políticos cobren un sueldo, al que tienen derecho, sino a que no desarrollen la labor que se les ha encomendado a cargo del mismo y además, admitan dádivas como ha acontecido ya en Valencia.
La ética sin la estética no es ética; y la ciudadanía ya va sabiendo quién es quién y no dudará en sentar a cada uno en su lugar, ya sea en el número uno de la Plaza Mayor o en el dos de Gamazo, si tal procediese. O, a lo mejor, condenando a alguno al ostracismo.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA