La hora de la verdad
Los ayuntamientos de España, nadie ha de dudarlo, han demostrado en los dos últimos años su capacidad de gestión a la hora de ejecutar los dos Fondos Estatales de Inversión Local, en lo que afecta a contratación de obras, rapidez en las mismas y justificación de los gastos de ellas derivadas.
Sí es cierto que en el segundo Fondo Estatal, pocos han sido los ayuntamientos que han destinado la parte que autorizaba el Gobierno a cubrir gastos de carácter social, con lo que “el toque” estaba dado, al menos para aquellos regidores que sí optaron por derivar una parte del fondo 2010 al pago de gasto corriente-social.
Era de esperar que a tenor de los datos que obraban en poder del Gobierno, éste supusiera que las corporaciones locales disponían de recursos suficientes para satisfacer sus gastos corrientes. De ahí se deriva que, con motivo del Real Decreto para la reducción del déficit público, en un principio y como toque de alarma a partir del día de su entrada en vigor, y finalmente a partir del uno de enero del año que viene, limite la capacidad de endeudamiento de las corporaciones locales a la hora de pedir créditos y les obligue a invertir los ahorros derivados del recorte de los sueldos de los funcionarios al saneamiento de remanentes negativos, a la reducción del endeudamiento o en su caso a la financiación de inversiones. De lo que se deduce que dichos recursos no podrán ir nunca destinados a productividades ni a otros conceptos.
Pero el quid de la cuestión radica en que el Decreto parece tener como finalidad que las administraciones locales se centren de una vez por todas en lo que son sus competencias, habiéndose ampliado el plazo de petición de créditos para que puedan financiar las obras que tenían previstas para el presente año.
Y es que, en los últimos tiempos, en la Administración Local se ha olvidado que los Presupuestos se aprueban en el último trimestre del año anterior y que se gobierna desde el uno de enero, sin necesidad de modificar créditos ni de alterar Presupuestos, muchas veces aprobados tarde.
Ahora llega, en consecuencia, la hora de la verdad para los ayuntamientos, y hasta de las diputaciones, que tendrán que evidenciar cuáles eran los proyectos reales y financiables con sus recursos, sin recurrir a créditos para rebajar la deuda y dejar de vender botes de humo. De esta forma, Medina del Campo, como ejemplo, verá si son reales los proyectos de Residencia de Tercera Edad, el del Teatro Olimpia o el ahora anunciado Programa Enológico Transfronterizo que requiere de créditos para salir adelante.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA