Editorial

0


Hay proyectos que a veces pasan desapercibidos, aunque sean fundamentales para el progreso y el futuro de los pueblos. Eso sí, estos proyectos, cuando cuajan y salen adelante como realidades palpables, son susceptibles de convertirse en una de esas medallas que algunos políticos, para su gloria efímera, se cuelgan en las solapas olvidando que nada hicieron por ellos.
Desde el inicio de la democracia, aunque Medina contaba ya con jornadas gastronómicas, nadie consiguió aunar a los restauradores de la zona para crear un plato del día, común, genérico y típico que tuviese además un precio asequible para no espantar, por cuestiones monetarias, al visitante cuando llegaba la hora de pagar la factura. Intentos hubo también, encaminados a este mismo fin, durante las conmemoraciones del quinto Centenario de la Muerte de Isabel la Católica, aunque los mismos no cuajaron.
Ahora la cosa es bien diferente, ya que, por primera vez en la historia de Medina y comarca, “Alguien”, siempre preocupado por dar servicios a todos los pueblos desde la Mancomunidad que preside y con la eficaz herramienta de un Centro de Iniciativas Turísticas, ha conseguido movilizar a once restauradores para que, bajo el paraguas de un producto propio y de calidad, como es el lechazo, participen en unas jornadas gastronómicas para promocionar el mismo y convertirle, por qué no, en el “Menú de la Tierra de Medina”, ya que la villa sin su comarca y ésta sin aquella nada son.
Así, al amor del lechazo, la hostelería de la villa y tierra se ha unido de forma coordinada, ofreciendo además a los clientes potenciales de las jornadas gastronómicas previstas la posibilidad de visitar de forma gratuita museos, iglesias, edificios civiles de primera magnitud, municipios cargados de historia, bodegas, paisajes …. ,  que es tanto como decir que ha nacido un proyecto común y de interés general para satisfacer a quien nos visite a través de eso que ha dado ahora en llamarse “maridaje” gastronómico-cultural, con el que, como quien no quiere la cosa, encandilar al visitante, hacer que vuelva porque marchó satisfecho y convertirle en fiel embajador de los encantos de una tierra.
Pero para llegar a este fin, que bien puede ser modelo y ensayo general para atender a los miles de turistas que llegarán atraídos por la exposición de la marca “Edades del Hombre” de 2011, “Alguien” ha realizado una labor de coordinación que quizás nunca sea reconocida. Ese “Alguien”, con mayúscula, porque la zona tiene mucho que agradecerle, bien merece pasar a la historia con nombre y apellidos: don Alfonso Hernández Martín.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA