Editorial

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Conjugación verbal
El hecho de que obren en poder del Ayuntamiento dos facturas para sacar adelante el proyecto de la Residencia de la Tercera Edad supone en definitiva que el erario municipal deberá abonar una cantidad total de 115.745,79 euros. Evidencia que hace presumir, al menos, un despilfarro de más de 36.000 euros, que podría haber sido aún mayor, ya que la licitación definitiva se convocó sobre una base de 92.698,82 euros.
Pero al margen de la cuantía de dicho desaguisado, del mismo se colige también que las cosas que se hacen en el Ayuntamiento no son de recibo.
Y es que se pueden encargar los proyectos que se quiera pero dentro de la legalidad. Y el “dos por uno”, hasta la fecha, no forma parte de la tradición en la Administración Española.
El hecho que hoy es noticia, y que podría ser sólo la punta de un iceberg que empieza a aflorar, induce a pensar que determinadas contrataciones que realiza el Ayuntamiento obedecen a formas tan caprichosas que podrían traspasar los límites de la legalidad establecida para entrar de lleno en la senda de la ilegalidad. Y todo porque, según se desprende de este caso, así como de otros que pudieran salir a la luz pública en los próximos meses, parecen obedecer a criterios de selección previa de adjudicatarios de contratos municipales y a una posterior regularización de la situación, “vistiendo al santo” a la medida del sastre.
Si es ésta la forma de actuar, y bien podría ser, es necesario enderezar el camino por parte de quienes tengan competencias para ello y tengan la obligación de hacerlo por encargo de los ciudadanos.
Pero con independencia de las correcciones que puedan llegar, a instancias de otros, de mano de la Justicia, existen gestos que en Medina no parecen tener importancia, aunque sean trascendentes en toda democracia que se precie. Se trata de la caballerosidad y de la decencia políticas, de la capacidad de saber pedir perdón público cuando se ha cometido un error y, por qué no, que es lo correcto, aprender a conjugar el verbo dimitir en primera persona y tener el arrojo de pronunciarlo o, si es más fácil, estampar la firma en un sencillo documento en el que aparezca tal verbo en la voz, tiempo y persona adecuados. Pero no, dimitir no existe en el vocabulario ni del alcalde ni de cualquier “cabeza de turco” que éste pudiera buscar en el Equipo de Gobierno para asumir todas las responsabilidades. Y al obrar así olvidan que trasmiten a los ciudadanos la sensación de que nuestros representantes, que también lo son de un partido político honorable, dañen o no con sus pifias al municipio, están sólo para recibir la nómina municipal a primeros de mes.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA
Conjugación verbal
El hecho de que obren en poder del Ayuntamiento dos facturas para sacar adelante el proyecto de la Residencia de la Tercera Edad supone en definitiva que el erario municipal deberá abonar una cantidad total de 115.745,79 euros. Evidencia que hace presumir, al menos, un despilfarro de más de 36.000 euros, que podría haber sido aún mayor, ya que la licitación definitiva se convocó sobre una base de 92.698,82 euros.
Pero al margen de la cuantía de dicho desaguisado, del mismo se colige también que las cosas que se hacen en el Ayuntamiento no son de recibo.
Y es que se pueden encargar los proyectos que se quiera pero dentro de la legalidad. Y el “dos por uno”, hasta la fecha, no forma parte de la tradición en la Administración Española.
El hecho que hoy es noticia, y que podría ser sólo la punta de un iceberg que empieza a aflorar, induce a pensar que determinadas contrataciones que realiza el Ayuntamiento obedecen a formas tan caprichosas que podrían traspasar los límites de la legalidad establecida para entrar de lleno en la senda de la ilegalidad. Y todo porque, según se desprende de este caso, así como de otros que pudieran salir a la luz pública en los próximos meses, parecen obedecer a criterios de selección previa de adjudicatarios de contratos municipales y a una posterior regularización de la situación, “vistiendo al santo” a la medida del sastre.
Si es ésta la forma de actuar, y bien podría ser, es necesario enderezar el camino por parte de quienes tengan competencias para ello y tengan la obligación de hacerlo por encargo de los ciudadanos.
Pero con independencia de las correcciones que puedan llegar, a instancias de otros, de mano de la Justicia, existen gestos que en Medina no parecen tener importancia, aunque sean trascendentes en toda democracia que se precie. Se trata de la caballerosidad y de la decencia políticas, de la capacidad de saber pedir perdón público cuando se ha cometido un error y, por qué no, que es lo correcto, aprender a conjugar el verbo dimitir en primera persona y tener el arrojo de pronunciarlo o, si es más fácil, estampar la firma en un sencillo documento en el que aparezca tal verbo en la voz, tiempo y persona adecuados. Pero no, dimitir no existe en el vocabulario ni del alcalde ni de cualquier “cabeza de turco” que éste pudiera buscar en el Equipo de Gobierno para asumir todas las responsabilidades. Y al obrar así olvidan que trasmiten a los ciudadanos la sensación de que nuestros representantes, que también lo son de un partido político honorable, dañen o no con sus pifias al municipio, están sólo para recibir la nómina municipal a primeros de mes.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA