Editorial

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Vuelta a la actividad habitual
Cuando las Navidades concluyen, la ciudadanía en su conjunto retorna a la actividad habitual.
Los niños, jóvenes y estudiantes regresan a los centros docentes con lo que, en cierta medida, la vida en las calles se extingue, y más cuando el frío impera, cediendo su protagonismo a los quehaceres cotidianos del estudio y de la preparación de las nuevas generaciones para el futuro.
El resto de los ciudadanos recuerdan con añoranza los días ya pasados, los “puentes” interminables, las vacaciones en muchos casos, los excesos gastronómicos que también los hubo, y se desperezan para hacer que el país vuelva a funcionar en el pleno sentido de la palabra. Hay otro colectivo de ciudadanos que se afanan en buscar el trabajo que les arrebató la crisis  a lo largo de 2009.
Los comerciantes intentan cuadrar sus cuentas con unas rebajas que, en cierta medida, ayuden a paliar la caída de las ventas que se produjo a lo largo del año para relanzar sus economías y, según algunos afirman, poder pagar las nóminas rebajando los “stocks” ante la falta de crédito bancaria que todos denuncian y a la que nadie pone fin.
La tercera preocupación de los españoles, por delante incluso del terrorismo, que es la clase política que nos gobierna en principio retorna a las instituciones central y periféricas para continuar con la labor que un día les encomendaron los ciudadanos y que, en esta ocasión, sin mandato específico, tienen un cometido que surge del clamor popular: ayudar en la medida de sus posibilidades a salir de la crisis. Por ello, numerosos ayuntamientos se aprestan estos días a aprobar los presupuestos restrictivos de 2010 que no elaboraron, como mando la sabia legislación, en el último trimestre del año ya finalizado; aunque todos ellos si están pendientes de los recursos que llegarán del nuevo Fondo Estatal de Inversión, Plan-E, del que nadie habla bien pero al que todos recurren con prontitud para paliar la escasez de recursos de los ayuntamientos. Y es que cuando se habla de la deuda de un Estado no debe centrarse la crítica sólo en la del Gobierno Central, sino también en la de las autonomías, en la de las diputaciones y en la de los ayuntamientos que, en su conjunto son, según la Constitución, Estado.
En definitiva, nos encontramos en unas circunstancias en las que la vuelta al trabajo, y esperemos que a la normalidad, son cosas de todos. Por ello, al margen de críticas y enfrentamientos, aprendamos un poco de Alemania que parece haber encontrado, a base de esfuerzo y sudor, la solución parcial de la crisis mundial que padecemos.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA
Vuelta a la actividad habitual
Cuando las Navidades concluyen, la ciudadanía en su conjunto retorna a la actividad habitual.
Los niños, jóvenes y estudiantes regresan a los centros docentes con lo que, en cierta medida, la vida en las calles se extingue, y más cuando el frío impera, cediendo su protagonismo a los quehaceres cotidianos del estudio y de la preparación de las nuevas generaciones para el futuro.
El resto de los ciudadanos recuerdan con añoranza los días ya pasados, los “puentes” interminables, las vacaciones en muchos casos, los excesos gastronómicos que también los hubo, y se desperezan para hacer que el país vuelva a funcionar en el pleno sentido de la palabra. Hay otro colectivo de ciudadanos que se afanan en buscar el trabajo que les arrebató la crisis  a lo largo de 2009.
Los comerciantes intentan cuadrar sus cuentas con unas rebajas que, en cierta medida, ayuden a paliar la caída de las ventas que se produjo a lo largo del año para relanzar sus economías y, según algunos afirman, poder pagar las nóminas rebajando los “stocks” ante la falta de crédito bancaria que todos denuncian y a la que nadie pone fin.
La tercera preocupación de los españoles, por delante incluso del terrorismo, que es la clase política que nos gobierna en principio retorna a las instituciones central y periféricas para continuar con la labor que un día les encomendaron los ciudadanos y que, en esta ocasión, sin mandato específico, tienen un cometido que surge del clamor popular: ayudar en la medida de sus posibilidades a salir de la crisis. Por ello, numerosos ayuntamientos se aprestan estos días a aprobar los presupuestos restrictivos de 2010 que no elaboraron, como mando la sabia legislación, en el último trimestre del año ya finalizado; aunque todos ellos si están pendientes de los recursos que llegarán del nuevo Fondo Estatal de Inversión, Plan-E, del que nadie habla bien pero al que todos recurren con prontitud para paliar la escasez de recursos de los ayuntamientos. Y es que cuando se habla de la deuda de un Estado no debe centrarse la crítica sólo en la del Gobierno Central, sino también en la de las autonomías, en la de las diputaciones y en la de los ayuntamientos que, en su conjunto son, según la Constitución, Estado.
En definitiva, nos encontramos en unas circunstancias en las que la vuelta al trabajo, y esperemos que a la normalidad, son cosas de todos. Por ello, al margen de críticas y enfrentamientos, aprendamos un poco de Alemania que parece haber encontrado, a base de esfuerzo y sudor, la solución parcial de la crisis mundial que padecemos.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA