Anteproyecto y proyecto, anverso y reverso
El Ayuntamiento de Medina del Campo que, con varios años de retraso, pretende abordar ahora la Residencia de la Tercera Edad que financiará, mayoritariamente, la Junta de Castilla y León, ha realizado, técnicamente para dar transparencia a todo el proceso, una duplicata hasta ahora nunca vista o poco vista en la Administración de España.
Antes de sacar a concurso la licitación de la redacción del Proyecto de Ejecución Técnica de la futura residencia, encargó a una empresa de Castilla La Mancha un anteproyecto con mediciones, valoraciones y, en definitiva, un pan cocido, como se diría en términos vulgares, para posteriormente utilizar dicho instrumento urbanístico como base de la licitación del proyecto definitivo.
Tal es así que el anteproyecto podría tildarse de proyecto sin más, ya que en él han de basarse los futuros licitadores de este segundo, con la ventaja de disfrutar ya de planos, mediciones, valoraciones e ideas. En definitiva una bicoca para quien consiga ser el titular de la redacción del proyecto ya que una gran parte del trabajo de campo lo tendrá elaborado sin ningún coste añadido para sus beneficios.
Es decir, se ha sustituido el tradicional pliego de condiciones de una contratación por un proyecto a medias que facilitará, en gran medida, la redacción del que habrá de utilizarse para la residencia.
La idea no es mala si en el fondo sólo existe una factura; pero como en realidad son dos las que tendrá que pagar el Ayuntamiento con cargo al erario municipal -la relativa al anteproyecto y la del proyecto- la situación parece al menos confusa e induce a pensar en que, en aras de “garantizar” la transparencia de la gestión, como asegura Urbanismo, lo que se ha hecho es dar de comer a cuatro carrillos, a dos estudios de arquitectos, de una manera absurda e injustificada. Y todo ello, por el “qué dirán”, según Urbanismo, intentando no levantar ningún tipo de crítica que pueda tildar al Ayuntamiento de amiguismo en sus contrataciones, ya que al parecer siempre son los mismos los adjudicatarios.
Dicen que lo bueno es enemigo de lo peor y, en este caso, queda demostrado que el Ayuntamiento, si es que son verdad los argumentos que esgrime, ha traspasado la línea que puede ir más allá de la honradez e introducirse en el terreno de la tontuna, desinteresada, naturalmente, pero digna de estudio, no por parte de un juez sino de un psicólogo, en el mejor de los casos.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA