El poder por el poder
Cuando un político consigue situarse en una institución democrática durante un período que trasciende en el tiempo más allá de 25 años la cuestión no deja de ser preocupante.
Si durante dicho período se han alternado épocas de oposición y otras de gobierno municipal, la situación puede ser más sostenible; pero cuando se ha gobernado desde la sombra durante ocho años, y dando la cara porque no hubo otro remedio durante otros diez más, es evidente que las ideas, las ilusiones y los proyectos se han agotado, a la par que se han aprendido todas las malas artes de la gobernación para convertir el territorio que se gobierna en un coto de caza privado, compartido, en algunos casos, con los amigos de siempre, y, en otros, con los advenedizos de turno.
Todo ello en detrimento de la gestión, en este caso municipal, que ha llevado a Medina del Campo, bajo la égida de Crescencio Martín Pascual, a un impasse que se nota cada vez más en la villa.
Es lamentable que un Ayuntamiento cuente con tres arquitectos, rodeados de toda una parafernalia de técnicos, para informar no más de 70 licencias municipales de construcción al año.
Es triste que en la aplicación de un Plan General de Ordenación Urbana, malparido en tiempo y formas, se intuya una larga mano del primer edil de Medina del Campo, que presuntamente inclina la balanza a favor de determinados empresarios en detrimento de otros. Y es que, todo Medina sabe que la jefe del servicio de Arquitectura no despacha los asuntos con el concejal del ramo, con el que a veces se comunica mediante escritos pasados por el Registro, sino de forma directa con el regidor. Todo ello índice a pensar que falta confianza, bien en quien se nombró para desempeñar un cargo político, o que presuntamente se mangonea sin ningún recato.
A todo ello añádanse inversiones multimillonarias e inútiles, como el Parque “Villa de las Ferias”, devolución de subvenciones que no se ejecutaron y un sinfín de malas formas que hacen que el conjunto de los medinenses intuyan que Crescencio Martín Pascual ha agotado su ciclo político, a pesar de que éste fue positivo en los primeros años.
El saber retirarse a tiempo es una de las grandes habilidades que ha de tener un político y que, en el caso de Martín Pascual, brillan por su ausencia. El sabrá el porqué de su permanencia en el poder cuando ya se ha ganado y todos le desean una feliz jubilación política.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA
El poder por el poder
Cuando un político consigue situarse en una institución democrática durante un período que trasciende en el tiempo más allá de 25 años la cuestión no deja de ser preocupante.
Si durante dicho período se han alternado épocas de oposición y otras de gobierno municipal, la situación puede ser más sostenible; pero cuando se ha gobernado desde la sombra durante ocho años, y dando la cara porque no hubo otro remedio durante otros diez más, es evidente que las ideas, las ilusiones y los proyectos se han agotado, a la par que se han aprendido todas las malas artes de la gobernación para convertir el territorio que se gobierna en un coto de caza privado, compartido, en algunos casos, con los amigos de siempre, y, en otros, con los advenedizos de turno.
Todo ello en detrimento de la gestión, en este caso municipal, que ha llevado a Medina del Campo, bajo la égida de Crescencio Martín Pascual, a un impasse que se nota cada vez más en la villa.
Es lamentable que un Ayuntamiento cuente con tres arquitectos, rodeados de toda una parafernalia de técnicos, para informar no más de 70 licencias municipales de construcción al año.
Es triste que en la aplicación de un Plan General de Ordenación Urbana, malparido en tiempo y formas, se intuya una larga mano del primer edil de Medina del Campo, que presuntamente inclina la balanza a favor de determinados empresarios en detrimento de otros. Y es que, todo Medina sabe que la jefe del servicio de Arquitectura no despacha los asuntos con el concejal del ramo, con el que a veces se comunica mediante escritos pasados por el Registro, sino de forma directa con el regidor. Todo ello índice a pensar que falta confianza, bien en quien se nombró para desempeñar un cargo político, o que presuntamente se mangonea sin ningún recato.
A todo ello añádanse inversiones multimillonarias e inútiles, como el Parque “Villa de las Ferias”, devolución de subvenciones que no se ejecutaron y un sinfín de malas formas que hacen que el conjunto de los medinenses intuyan que Crescencio Martín Pascual ha agotado su ciclo político, a pesar de que éste fue positivo en los primeros años.
El saber retirarse a tiempo es una de las grandes habilidades que ha de tener un político y que, en el caso de Martín Pascual, brillan por su ausencia. El sabrá el porqué de su permanencia en el poder cuando ya se ha ganado y todos le desean una feliz jubilación política.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA