Adiós 2008, bienvenido 2009
Cuando termina uño es tradición despedirle en medio del alboroto generalizado y dar la bienvenida al nuevo, al que viene, brindando con champán e ingiriendo 12 uvas, tantas como campanadas marca el reloj que pasaporta a un año y da paso al siguiente. Y es que es costumbre generalizada creer que con tal rito el nuevo año será venturoso en todos los aspectos.
Realmente, poco trabajo nos costó a los medinenses, como al conjunto de todos los ciudadanos de España y del mundo entero, decir adiós a un año en el que la economía se resintió, en el que la crisis se hizo patente y en el que fue necesario apretarse el cinturón.
Todo ello con la esperanza de que 2009, que ahora comienza, sea algo mejor que su predecesor y en consecuencia la economía se reactive y, lo que es aún más importante, no falte el trabajo.
Por todo ello, este semanario quiere desear a todos sus lectores un próspero 2009, a pesar de ser conscientes de que la crisis aún no se ha superado y que España ha entrado en un periodo recesión económica.
Quizás, por todo ello, sea un buen momento para recuperar algunos de los viejos valores de la sociedad, en detrimento de otros nuevos que, en medio de la vorágine del nuevo siglo, casi habían conseguido anular a aquellos. Por tanto llega el momento de la solidaridad, la ocasión de echar una mano al vecino que lo necesite y hasta de esbozar una sonrisa a quien no se conoce, ya que estos pequeños detalles en épocas complicadas son siempre de agradecer y con muy poco se puede conseguir la felicidad momentánea de un ser humano.
Se trata en definitiva de adoptar determinadas pautas de comportamiento que hagan feliz a todo el mundo, a pesar del “Calvario” que cada uno pueda levar por dentro. Y es que las penas deben guardarse para uno mismo y sólo deben compartirse las alegrías, para así, aunque sólo sea de una forma efímera, conseguir un poco de felicidad.
Que los Reyes Magos y especialmente su espíritu os hagan llegar los deseos que habéis formulado para el nuevo año, y que no pueden ser otros que los relacionados con el trabajo, la buena marcha de los asuntos personales y, sobre todo, una pletórica salud, ya que si ésta falla se viene abajo el castillo de naipes que, entre todos, hemos sido capaces de construir en nuestras mentes a base de elevadas dosis de ilusión, esperanza y amor.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA