Editorial

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Ya sea a nivel nacional, provincial o local las agrupaciones políticas de implantación estatal viven un proceso de renovación, cuando no de fricciones internas, que día a día se asoman a los medios de comunicación.
Si nos lanzamos a echar una ojeada en el ámbito nacional, nos encontramos con una Izquierda Unida que no termina de solventar los problemas internos, según se desprende de  las dificultades por las que pasa la agrupación de izquierdas para la elección de un sustituto del hasta ahora  coordinador general, Gaspar Llamazares.
En la provincia de Valladolid, los afiliados populares Ramiro Ruiz Medrano y Mercedes Coloma se enfrentan estos días en sus aspiraciones de acceder a la presidencia provincial de dicho partido, por lo que ambos desarrollan estos días una verdadera campaña electoral, que por primera vez y de forma inédita se produce en el PP, que finalmente parece que moderniza sus estructuras internas, en pro de la democratización más absoluta de dicho partido.
Medina del Campo, en el terreno local, también es testigo de dos facciones socialistas que a la postre parecen haber encontrado un camino de consenso, protagonizado Fernando Sánchez Pastor.
Lo importante es saber si estos movimientos internos de los partidos políticos cierran y restañan posibles heridas, o en los mismos se encuentra el germen de futuras dimisiones.
A nadie se le escapa que un edil popular de Medina del Campo podría estar madurando dejar el área del que es delegado para convertirse en un simple concejal de a pie. Por su parte, la concejala Ana Alvarado, que concurrió bajo las siglas del Partido Socialista, dio un paso más en la jornada del jueves, y presentó simple y llanamente su dimisión como edil del Ayuntamiento, arguyendo, entre otros motivos, ser una persona “romántica e idealista”, que posiblemente no encaja en el mundo de la política.
Pero, al margen de una presumible dimisión de competencias de un edil popular, y de la renuncia al acta de Ana Alvarado, la cuestión podría tener más enjundia si realmente está cuajando la creación de un grupo mixto, que, al parecer, se fragua de forma casi imperceptible, pero visible a los ojos de cualquier observador que mire de forma atenta el comportamiento de los ediles del Ayuntamiento de Medina del Campo.
Si la situación de Gaspar Llamazares se trasladase a Medina del Campo, la misma no tendría consecuencias en Izquierda Unida, ya que el representante es único. Sólo falta saber si alguno de estos movimientos está encaminado a conseguir la cabecera de la candidatura del partido de Rosa Díez.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA