Solana.- De “exquisita”, sin ningún paliativo, puede tildarse la puesta en escena de la obra “Un corazón lleno de lluvia”, de Jorge Díaz, que realizó el grupo palentino “Cachivache” con motivo de su comparecencia en la novena representación a concurso de la X Muestra Nacional de Teatro Aficionado “Ciudad de La Seca”, que tuvo lugar anoche.
Perfectamente dirigidas por Jesús Fuente, las actrices Esther Villa, en el rol de Rosalía; y Dina Porro, en el de Alejandra, fueron decantando con sutileza los textos, secundadas por una estupenda Angeles Arias, que se imbuyó en el personaje Silvina, la vieja “tata”, metiéndose al público en el bolsillo.
A base de un excelente manejo de la iluminación, con solapamiento de escenas en las tablas y medios audiovisuales, “Cachivache” consiguió recrear los sueños y el onirismo de una Rosalía de Castro, recién muerta, que vuelve a la vida en la mente de Alejandra y de Silvina, con el pretexto de la quema de sus papeles, ordenada en sus últimas voluntades.
Así, a base de medios audiovisuales, “Cachivache” hizo reales, en algunos casos, los recuerdos más amargos de Rosalía, añadiendo sombras de personajes no presentes en la escena, mientras en ésta se encontraba sólo la actriz principal; y, en otros, devolver a la vida a la difunta, con una presencia “atrapada” entre los muros de su casa, “Iria Flavia”, de El Padrón, en la que falleció.
La poesía gallega y las creencias y supercherías de dicho pueblo hicieron su aparición plenamente justificadas para recrear un ambiente lúgubre y triste, perfectamente apoyado por la elección de partituras musicales de gran profundidad, que sólo se trocó por alegría a la hora de evocar amores: juveniles, manifiestos y públicos de Rosalía; secretos durante décadas de Silvina; y nacientes y puros de Alejandra. A tales momentos de alegría deben sumarse el de la marcha de Silvina hacia Cuba, al reencuentro del amor soñado y vivido medio siglo antes; y el de una Rosalía, cuya alma no consiguen retener los conjuros de laurel y mirto, propios de las meigas, entre las cuatro paredes de “Iria Flavia”, al ser liberada por la lluvia. Ese líquido elemento que, gota gota, es inherente a Galicia y sin el cual no puede entenderse la idiosincrasia del pueblo gallego.
En su conjunto, la hora y media de representación se “evaporó” con gran rapidez y hasta supo a poco. El público obligó varias veces, a golpe de aplausos, a saludar a las actrices del grupo palentino “Cachivache”.