Redacción.-
La deplorable situación de 2 canes ha obligado al SEPRONA a
su intervención cautelar para recibir tratamiento veterinario
Las instalaciones clandestinas, construidas con restos de vallas
de obra, alambres, puntales y bloques de hormigón, estaban
levantadas en un terreno sin autorización de su propietario
28 de enero de 2020.- La Guardia Civil ha investigado en Burgos a B.J.B.,
R.D.R.C. y D.J.I. con edades comprendidas entre los 40 y los 44 años de
edad, como presuntos autores, en distinto grado de autoría, de los delitos de
abandono de animales domésticos y de usurpación de bien inmueble al
construir las instalaciones donde residían los perros sin autorización del
propietario de la parcela.
Una inspección conjunta llevada a cabo por el SEPRONA de la Guardia Civil
y efectivos de la Unidad Administrativa de la Policía Local de Burgos, días
atrás, acompañados por un Técnico Inspector sanitario veterinario y un
operario de la perrera municipal, ambos pertenecientes al Ayuntamiento de
Burgos, a una parcela ubicada en un barrio de Burgos de los extrarradios de
la capital, en la que se levantaba una construcción a modo de albergue o
perrera, destapaba la presencia de 13 galgos en su interior.
Deficiente sanidad animal
Las gestiones llevadas a cabo confirmaron la propiedad de los 10 galgos
adultos, recayendo sobre tres personas. De estos perros, únicamente 3 se
encontraban al corriente en cuanto a la vacunación contra la rabia se refiere,
en tanto que los 3 cachorros restantes se encontraban aún sin identificar.
Por otra parte, 2 ejemplares adultos fueron intervenidos de manera cautelar
al objeto de recibir atención veterinaria, tras comprobarse su deficiente
estado de salud, gran deshidratación y desnutrición; uno presentaba una
importante herida abierta en el cuello y el otro un severo problema intestinal.
La única comida que se encontró fue pan duro, almacenado en dos grandes
bidones localizados en el interior de una estancia abierta.
Deficientes e ilegales instalaciones
En el lugar cohabitaban 10 ejemplares adultos y 3 cachorros, distribuidos en
7 cheniles techados, cuya deficiente construcción ponía en peligro la
integridad de los animales, ya que se habían utilizado materiales de
deshecho, como restos de valla de obra a modo de puertas, alambres para
su sujeción, puntales y bloques de hormigón.
Las instalaciones carecían de las debidas condiciones higiénico sanitarias y
de bienestar animal exigibles conforme a la normativa y presentaban una
suciedad generalizada con multitud de deposiciones acumuladas sin retirar.
Consultada la propiedad del terreno donde se levantaba la perrera resultó
pertenecer a una tercera persona, la cual desconocía la ubicación del núcleo
animal al no haber dado su autorización para su construcción ni su
consentimiento para convivencia de los perros en su interior.