El CAE de San Pedro de Olmedo acoge desde hoy la exposición «Hidalgos y Samuráis»

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Javier Solana
El Centro de Artes Escénicas de San Pedro acoge la exposición “Hidalgos y Samuráis”, que con motivo del 400 aniversario del breve encuentro entre los imperios japonés y español (1609-1614),  han organizado el Centro Cultural Hispano-Japonés, el Ayuntamiento de Olmedo, la Diputación Provincial de Valladolid y el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Al acto inaugural concurrieron el primer secretario y director del Centro Cultural y de Información de la Embajada del Japón en España, Naoki Yokobayashi; el consejero Cultura de la Embajada de España en Japón, Carlos Abella y de Arístegui; el alcalde de Olmedo, Alfonso Centeno Trigos; y el comisario de la muestra, Mariano Fernández Enguita.
Datos históricos
Entre 1609 y 1614 los Imperios Español y Japonés, regidos respectivamente por los Habsburgo y los Tokugawa, entraron por primera vez en contacto directo en calidad de Estados. Este breve encuentro fue protagonizado por unos pocos hombres con una visión política especial, entre ellos Tokugawa Ieyasu y Date Masamune o Rodrigo de Vivero y Luis de Velasco. Todo empezó con un naufragio desastroso, al tiempo que providencial, y terminó con el cierre al exterior del Imperio Japonés y el inicio de la lenta decadencia del Imperio Español, que implicó en el proceso a México y Filipinas, holandeses e ingleses, jesuitas y franciscanos.
Esta exposición, que fue presentada el pasado mes de noviembre en la Embajada de España en Tokio, con motivo de la celebración del XII Foro España-Japón, presenta brevemente la historia poco conocida de la relación entre ambos Imperios.
Olmedo y su vinculación con Japón.
Rodrigo de Vivero (1555-1636) era, al parecer, el tercero de una serie de olmedanos del mismo nombre. Bisnieto de El caballero de Olmedo, el protagonista del romance que inspiró a Lope de Vega, llegó a Méjico de la mano de su tío abuelo, el Virrey de Nueva España.
Fue en 1609 cuando el destino quiso que Rodrigo de Vivero y Velasco, gobernador interino de las Filipinas, de regreso a México naufragara en Chiba, actual Onjuku. Era el más alto funcionario español y europeo que jamás pisó Japón, sobrino además del Virrey de Nueva España, Luis de Velasco.
En su breve periodo filipino, modificó las malas relaciones diplomáticas con Japón. Vivero mostró un gran entusiasmo en las relaciones mercantiles con Japón, liberó a unos doscientos japoneses en prisión y los devolvió a su país, sin dejar de asegurar a Ieyasu que los mercaderes y marineros de buena fe autorizados por él seguirían siendo aceptados.
Superado el naufragio, Vivero aprovechó la ocasión para entrevistarse con Hidetada y su influyente padre Ieyasu, y alcanzó con éste un preacuerdo diplomático y comercial que pudo ser decisivo para la apertura japonesa al mundo y la presencia española en Asia.
El preacuerdo Tokugawa-Vivero preveía la libertad de predicación para los misioneros, el cartografiado de las costas niponas, el fondeo para los españoles, un astillero para atender a las naves dañadas y por ultimo la inmigración de mineros de la plata cualificados desde México.
Vivero siguió viaje a México en un barco cedido por Ieyasu, con sus hombres y decenas de japoneses, sobre todo comerciantes, encabezados por Tanaka Soshuke.
Desde Méjico zarpó a Japón Sebastián Vizcaíno, ya en misión oficial, con un centenar de españoles, incluidos los mineros, entre 1611 y 1614.
Posteriormente una misión japonesa, encabezada por el samurái Hasekura Tsunenaga, al servicio de del señor feudal Date Masamune, fue muy favorable para el contacto con europeos, viajando a México, España, a El Vaticano.
Centeno y autoridadesJavier Solana.- El Centro de Artes Escénicas de San Pedro acoge la exposición “Hidalgos y Samuráis”, que con motivo del 400 aniversario del breve encuentro entre los imperios japonés y español (1609-1614),  han organizado el Centro Cultural Hispano-Japonés, el Ayuntamiento de Olmedo, la Diputación Provincial de Valladolid y el Ministerio de Asuntos Exteriores.
Al acto inaugural han concurrido hoy el primer secretario y director del Centro Cultural y de Información de la Embajada del Japón en España, Naoki Yokobayashi; el consejero Cultura de la Embajada de España en Japón, Carlos Abella y de Arístegui; el alcalde de Olmedo, Alfonso Centeno Trigos; y el comisario de la muestra, Mariano Fernández Enguita.
Datos históricos
Entre 1609 y 1614 los Imperios Español y Japonés, regidos respectivamente por los Habsburgo y los Tokugawa, entraron por primera vez en contacto directo en calidad de Estados. Este breve encuentro fue protagonizado por unos pocos hombres con una visión política especial, entre ellos Tokugawa Ieyasu y Date Masamune o Rodrigo de Vivero y Luis de Velasco. Todo empezó con un naufragio desastroso, al tiempo que providencial, y terminó con el cierre al exterior del Imperio Japonés y el inicio de la lenta decadencia del Imperio Español, que implicó en el proceso a México y Filipinas, holandeses e ingleses, jesuitas y franciscanos.
Esta exposición, que fue presentada el pasado mes de noviembre en la Embajada de España en Tokio, con motivo de la celebración del XII Foro España-Japón, presenta brevemente la historia poco conocida de la relación entre ambos Imperios.
Olmedo y su vinculación con Japón.
Rodrigo de Vivero (1555-1636) era, al parecer, el tercero de una serie de olmedanos del mismo nombre. Bisnieto de El caballero de Olmedo, el protagonista del romance que inspiró a Lope de Vega, llegó a Méjico de la mano de su tío abuelo, el Virrey de Nueva España.
Fue en 1609 cuando el destino quiso que Rodrigo de Vivero y Velasco, gobernador interino de las Filipinas, de regreso a México naufragara en Chiba, actual Onjuku. Era el más alto funcionario español y europeo que jamás pisó Japón, sobrino además del Virrey de Nueva España, Luis de Velasco.
En su breve periodo filipino, modificó las malas relaciones diplomáticas con Japón. Vivero mostró un gran entusiasmo en las relaciones mercantiles con Japón, liberó a unos doscientos japoneses en prisión y los devolvió a su país, sin dejar de asegurar a Ieyasu que los mercaderes y marineros de buena fe autorizados por él seguirían siendo aceptados.
Superado el naufragio, Vivero aprovechó la ocasión para entrevistarse con Hidetada y su influyente padre Ieyasu, y alcanzó con éste un preacuerdo diplomático y comercial que pudo ser decisivo para la apertura japonesa al mundo y la presencia española en Asia.
El preacuerdo Tokugawa-Vivero preveía la libertad de predicación para los misioneros, el cartografiado de las costas niponas, el fondeo para los españoles, un astillero para atender a las naves dañadas y por ultimo la inmigración de mineros de la plata cualificados desde México.
Vivero siguió viaje a México en un barco cedido por Ieyasu, con sus hombres y decenas de japoneses, sobre todo comerciantes, encabezados por Tanaka Soshuke.
Desde Méjico zarpó a Japón Sebastián Vizcaíno, ya en misión oficial, con un centenar de españoles, incluidos los mineros, entre 1611 y 1614.
Posteriormente una misión japonesa, encabezada por el samurái Hasekura Tsunenaga, al servicio de del señor feudal Date Masamune, fue muy favorable para el contacto con europeos, viajando a México, España, a El Vaticano.