Javier Solana.- Con la obra “Brujas”, de Santiago Moncada, concurrió el sábado a la tercer representación a concurso de la Muestra Nacional de Teatro Aficionado “Ciudad de La Seca” la Compañía de Teatro Estable de la localidad madrileña de Pinto.
El elenco dirigido por Miguel Ferrari dejó constancia en todo momento del alto nivel del mismo, en el que además de una excelente escenografía de Paloma Hernández, una adecuada iluminación de Carlos Gómez, y una brillante labor de sonido, a cargo de José Luis Arenas, destacó la labor interpretativa de las cinco actrices encargadas de dar vida a los personajes de la obra.
Montse Hernández, en el papel de Ana; Yolanda García, en el de Dolores; Myriam Correa en el de Elena; y Susana Esteve en el de Luisa, desplegaron una importante labor interpretativa de carácter principal, que ayudó, aún más, a hacer que la actriz Belén Díaz, en el rol de Inés, una mujer llena de contradicciones y de bondad, brillase con luz propia a lo largo de toda la representación, que en su conjunto pudo calificarse, sin paliativos, de brillante.
La trama de Brujas es la historia de cinco mujeres que, en su día, tuvieron como factor común los valores de un grupo compacto de amigas propios de un internado religioso.
Con el paso de los años, todas ellas se reencuentran de forma más o menos esporádica, hasta que pasados 21 años concurren a la cita de Elena -Myriam Correa- que se materializa en una cena en la que, con el pretexto de saber cuál de sus amigas ha entablado relaciones íntimas con su marido, surgen los viejos fantasmas e incógnitas del pasado y del presente: el lesbianismo, la prostitución, el brillo intelectual de una de ellas y la posición de magistrado de una cuarta, destacando como desencadenante de toda la trama las simplicidad y el buen corazón de Inés.
Pese a que en la cena parece que la amistad de toda una vida va a romperse, se impone finalmente el espíritu de grupo que un día tuvieron las cinco mujeres, quedando aplazado, aunque comprometido, el perdón para una de ellas.
La representación, amena en todo momento y preñada de numerosos matices, fue reconocida con una clamorosa ovación del público que obligó al elenco a tener que salir varias veces a saludar, cerrándose los aplausos cada vez que Belén Díaz se adelantaba unos pasos por delante de sus compañeras.