¿Estamos preparados?
Cualquiera que haya seguido con atención los atentados de París, que todo el mundo condena, se pregunta de forma inmediata si España y Europa están preparadas para las vicisitudes y atentados que puedan llegar de manos del virtual y autoproclamado “Estado Islámico”.
Y es que no sólo se trata de elevar el nivel de del Plan de Prevención Antiterrorista de los Estados sino de algo más, profundizando en las raíces de la lacra yihadista y tomando las medidas que sean necesarias para erradicarla.
Todas las prevenciones son pocas para esta nueva forma de terrorismo, pero hay que ir más allá para exterminar las raíces del mal.
Vaya por delante que quienes cometen los atentados de esta nueva ola son ciudadnos, por llamarlos de alguna manera, europeos que se han formado y educado en los colegios de al lado, aunque sus orígenes familiares provengan del mundo islámico.
Quizás sea la marginación a la que se hayan visto sometidos y la falta de identificación con el Estado al que realmente pertenecen las causas de tales comportamientos; quizás sean las políticas colonizadoras europeas o de imposición de dictadores, cuando las democracias afloran, las que hacen que ciudadanos que no se identifican ni con la Europa actual ni con los países de los que provienen sus mayores lo que haga que determinados jóvenes dejen todo para sumirse en la oscuridad de los pretendidos califatos y deshumanizados estados virtuales.
No es este el momento, por cuestiones de espacio, de dilucidar las razones últimas de determinados comportamientos sino de condenarlos con toda la fuerza de la ley de los Estados democráticos y de preguntarnos si estamos preparados para hacer frente a este terrorismo.
Naturalmente que serán necesarios cambios de legislación, evidentemente que habrá que repescar ciertas competencias internacionales de la Audiencia Nacional que fueron sustraídas en algún momento, e incluso habrá que renunciar a determinadas libertades y hacer sacrificios para conseguir a medio plazo erradicar el yihadismo; pero ahora, por el momento, lo que se impone es sacar de la lucha política cotidiana las propuestas tendentes a granjearse un puñado de votos con dicho tema y de mostrarse todos unidos contra una lacra a la que puede vencerse con constancia, trabajo y, ante todo, unidad.
La Voz de Medina y Comarca