Editorial

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El debate de las fiestas 

Cuando se aproximan las fiestas de San Antolín, desde hace años se plantea el debate sobre la procedencia o no de adelantar las celebraciones patronales. Los comentarios son tales en bares, plazas y lugares públicos que sus ecos, como no podía ser de otra manera, llegan a la redacción de este semanario. Y más aún cuando los medinenses que residen o trabajan fuera de la villa, ávidos siempre de noticias sobre Medina, se acercan a “La Voz” con el fin de regularizar sus suscripción y peguntan “¿Creéis que el año que viene se adelantarán y podremos nosotros disfrutar de las fiestas?”. Y es que el primero de septiembre casi todos ellos se incorporan a sus puestos de trabajo.
En consecuencia, el debate está servido y los partidarios de adelantar las fiestas y quienes no están dispuestos a mover ni un ápice el calendario festivo esgrimen sus argumentos, sus pros y sus contras.
Cierto es que, en nombre de la tradición, los partidarios de mantener las celebraciones del 1 al 8 de septiembre se cierran en banda y rechazan de plano cualquier modificación en el calendario.
Por su parte, los más jóvenes, que hoy en día se desplazan de fiesta en fiesta con la misma facilidad que si poseyesen el don de la ubicuidad, ponen su vista en Valladolid, que juega como quiere con sus fechas festivas, y comprueban cuáles serán los conciertos y las “movidas” a las que podrán asistir, sin perderse, o perdiéndose, las de Medina del Campo.
Por otro lado, los medinenses que residen o trabajan fuera, mayoritariamente se decantan por el cambio de fechas, en base a la posibilidad de asistir a las mismas, pidiendo además una concentración de actos durante el fin de semana anterior al día del Patrón. Todos estos  argumentos son válidos, al igual que los de los demás, que para gustos están los colores.
El debate viene de antiguo y ningún Ayuntamiento democrático osaría poner el cascabel a ese gato de resultados impredecibles en las siguientes elecciones.
Sin estadísticas concretas sobre datos porcentuales de “partidarios” y “contrarios” a los cambios de fechas, sí parece ir acercándose el momento en el que los ciudadanos tendrán que decidir qué es lo que quieren al respecto para zanjar la cuestión. Y la única forma de hacerlo es ejerciendo el ahora llamado “derecho a decidir”.
Sería interesante, al margen de los resultados, ver a la clase política ofrecer mítines sobre sus posturas y a los medinenses  acudir a las urnas para decidir la fechas de sus celebraciones patronales.
La Voz de Medina y Comarca