Editorial

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“Toro de la Feria”
Muchas veces se ha asegurado que los movimientos asociativos resultan, en el caso de Medina, y no en todas las ocasiones, ineficaces a la hora de organizar un evento popular. Atrás quedan otras épocas en las que las asociaciones, de diversa índole, conseguían sacar adelante verdaderos espectáculos que llenaban de actividad las calles, plazas y hasta los más recónditos lugares de la Villa.
Pero este año, un colectivo de jóvenes, que se han agrupado bajo el nombre de Asociación Taurino-Cultural “San Antolín”, han dado el do de pecho y han conseguido dotar a Medina del Campo, a muy pocos días de la llamada “Feria Chica”, en honor del co-patrón San Antonio, del denominado “Toro de la Feria”, aunque tal nombre no sea apropiado ya que no se trató de un astado sino de dos, “Zapato” y “Orientado”.
La iniciativa ha resultado digna de encomio, por el trabajo realizado, por el aunamiento de voluntades, por la facilidad relativa y no exenta de trabajo con que se ha financiado el festejo y por la respuesta unánime de todo un pueblo y una comarca que han acudido a la llamada de los miembros de la asociación.
Como se trataba de un festejo taurino, el mismo ha tenido el inevitable reverso de moneda que dichos eventos siempre tienen: heridos por asta de toro que, al parecer, evolucionan de forma favorable. 
Pero, en el fondo, A.T.C.S.A. ha demostrado que los movimientos asociativos, especialmente dirigidos por jóvenes que en apariencia no se implican en la vida social, tienen un éxito garantizado por lo que es necesario apoyarlos en la plena extensión de la palabra y no ponerles ningún tipo de cortapisas, ya que ellos sólos, con modestos apoyos institucionales, son capaces de llevar a buen término un festejo taurino o cualquier otro evento que les pongan por delante.
Parece que la sociedad, y de forma especial los jóvenes, recuperan ese espíritu emprendedor que tenían en los primeros años de la democracia y, por qué no decirlo, en los últimos de la dictadura. Querer es poder y nadie tiene derecho a coartar ningún tipo de movimiento, ni de actividad asociativa siempre y cuando las mismas redunden en beneficio de toda la colectividad. El problema llega cuando desde cualquier institución se quiere regularizar en exceso o canalizar en su beneficio cualquier tipo de acontecimiento, por lo que al final las iniciativas que nacen puras terminan desapareciendo en función de la denominada politización.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA