Solana.- Las familias tradicionales de Medina del Campo, al margen de sus creencias religiosas, conservan como oro en paño la tradición católica del ayuno y la abstinencia, cocinando en la jornada de hoy, Viernes Santo, algunos postres seculares, entre los que se encuentran las torrijas, las «cagadillas de gato» y la leche frita. La razón no es otra que, tras una jornada de ayuno, con un café negro como desayuno y algún plato con bacalao como base para la comida, es obligación consuetudinaria degustar tales postres y posteriormente, según avanza la tarde, ver la Procesión del Silencio, en compañía de amigos y familiares desde los balcones y ventanas de aquellos que los poseen en el recorrido de dicho desfile procesional.
Por tal motivo, las amas de casa más tradicionales, y especialmente si posen ventanales en el recorrido de la procesión, han elaborado, a lo largo de la mañana, cantidades ingentes de torrijas, «cagadillas de gato» y leche frita, a la espera de la llegada de la noche, para si amigos, conocidos o incluso algún cantaor dispuesto a entonar una saeta, llaman a sus puertas con el fin de agasajarlos con tales manjares y ofreciéndoles también un vaso de limonada.
Son tradiciones que se remontan a aquellos años en los que la «bula» adquirida a la Iglesia para no tener que comer pescado todos los viernes de Cuaresma, la misma no alcanzaba a dos jornadas concretas: el Viernes de Dolores, en el que los platos reyes eran el potaje y las pelusas; y el Viernes Santo, en el que las patatas con bacalao era el plato más elaborado para la comida, practicando el ayuno, sin necesidad de volver a la cocina por ser jornada festiva en la cena, a base de los dulces citados, compartidos con los invitados tras el paso de la procesión.
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