Editorial

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El ejemplo del País Vasco

El acto de toma de posesión del socialista Patxi López como nuevo Lehendakari del País Vasco, ha dejado constancia de una serie de comportamientos y políticas que no estaría de más que se extrapolasen al resto de Comunidades Autónomas y, por qué no decirlo, al conjunto de la nación.
En unos tiempos de crispación y de crisis económica, dos políticos vascos, no nacionalistas y pertenecientes a dos partidos de ideologías en teoría opuestas, Patxi López y Antonio Basagoiti, del PSOE y del PP, respectivamente, han sido capaces de consensuar un gobierno que tendrá como prioridades absolutas la lucha contra el paro y terminar con la banda terrorista ETA.
Tal pacto ha supuesto además un desalojo del poder del Partido Nacionalista Vasco, administrador único de Euskadi desde la restauración de la democracia, con lo que las políticas que se instauren a partir de ahora en el País Vasco serán, acertadas o erróneas, perfectas o imperfectas, pero igualitarias para todos los españoles que viven en ese querido país.
El ejemplo está ahí y no estaría de más que en las circunstancias por las que atraviesa España, gobernando el socialista José Luis Rodríguez Zapatero que para eso fue el más votado en las últimas elecciones generales, disfrutase del apoyo de un Partido Popular que en el panorama nacional va dando tumbos sin un rumbo fijo y utiliza los temas más delicados de la política para intentar incrementar su granero de votos. Por supuesto que el PSOE, también en algunos temas debiera dejarse de esa creencia de la verdad absoluta en la que se encuentra instalado en los últimos tiempos. Y es que ni todo es negro ni todo es blanco.
Además, el acto de toma de posesión que protagonizó el jueves López dio también la medida de lo que debe hacerse en pro de una modernidad, que para sí quisiera la propia España. López “no se postró ante Dios” sino que prometió -y también podría haber jurado- ante los ciudadanos desempeñar el cargo de Lehendakari, dando así al traste con tradiciones obsoletas que alguno,s y en temas muy distintos de una promesa o juramento, pretenden que continúen impuestos en la sociedad española contemporánea, olvidando que el poder, aún en los planteamientos más católicos emana del pueblo pero no tiene el carácter divino del que disfrutó en aquellos años en los que era absoluto. Ejemplo el de López, a imitar por muchos.
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA