Editorial

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Dos Españas
A lo largo de la Historia, la teoría de las dos Españas ha estado siempre presente en el devenir de la historia patria. En épocas, ambas Españas, la progresista y la conservadora, llegaron incluso a protagonizar deleznables guerras civiles, a tenor de argumentos diversos en cuyo fondo siempre se encontraba la economía.
El latifundista no quería ceder ninguno de sus derechos y los colectivos obreros aspiraban a tener algunos de ellos; unos defendían la Monarquía y otros la República, al entender que ambas formas de Estado eran más acordes a sus respectivos derechos e intereses; unos auspiciaban la Monarquía Constitucional y otros, en defensa de fueros y de la prevalencia del hombre sobre la mujer, la absolutista; pero en el trasfondo de todo se encontraba la traída y llevada economía, nacida de la diversa contraposición, en épocas de estamentos y, en tiempos más modernos, de clases sociales.
A lo largo de esta semana, los españoles han vuelto a ver, desde la primera fila gratuita del hemiciclo, que tal es la televisión, el Debate sobre el Estado de la Nación, en el que, digan lo que digan, aunque sólo sea a nivel ideológico y de análisis de la situación económica, han aparecido de nuevo las dos Españas.
Por su parte, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, no cesó de hablar de datos macroeconómicos y de una mejor posición de España de cara a los “mercados”, instalado en la sentencia azañista de “España va bien” e intentando en todo momento infundir una ilusión triunfalista a la ciudadanía, posiblemente porque ésta la necesita y no acaba de percibirla en su vida cotidiana .
Por la suya, el líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, centró su discurso en los españoles, en sus problemas cotidianos, en el elevado número de parados, en los recortes y en el sufrimiento  que ha llegado a todos de la mano de la crisis, llevando, com él mismo dijo, “los problemas ciudadanos al Parlamento”.
Estos son los antagonismos de dos políticas diferentes y de dos formas bien distintas de hacer política, basadas en el “todo va bien”, por un lado; y en el “todo va bien, a quien le va bien”, por otro. Es una dicotomía irreconciliable, con certeza, como irreconciliables han sido siempre las dos Españas oficiales.
¡Menos mal que los españoles son un pueblo maduro y sabrá sacar las conclusiones y obrar en consecuencia, cuando toque.
La Voz de Medina y Comarca