Ley de Orden Público
Como no podía ser de otra manera, el Gobierno de Mariano Rajoy, tras realizar numerosos recortes que ya han afectado a la Sanidad, a la Dependencia, a la Educación y a las pensiones de la Tercera Edad, se lanza ahora a la “rebaja” de las libertades. Es una pura cuestión ideológica que a nadie debe extrañar y que, dijera lo que dijera el programa electoral del PP con el que Rajoy ganó las Elecciones Generales, había de llegar de la mano de la derecha que gobierna España, como en todas las ocasiones en la que la misma consiguió hacerse con el poder y se sacó de la chistera la Ley de Orden Público de turno.
Los españoles han asistido atónitos a las manifestaciones externas de la soberbia de varios ministros; pero ahora les toca soportar la del torpe titular de Interior, Jorge Fernández Díaz, ese inspector de trabajo que, tras haber militado en todo tipo de partidos, consiguió encaramarse en el PP e incluso acceder a un Ministerio. Pero su soberbia no es similar a la de otros ministros; el titular de Interior no se conforma ya con forzar sorites absurdos, creyendo que hace daño a los etarras cuando los compara con los violadores, aunque ambos sean beneficiarios de la derogación de la Doctrina Parot, sino que incluso ya se lanza a proponer medidas sancionadoras para aquello que ni las leyes llegan a condenar, para todo aquello que le molesta a él y, más que a él, a sus correligionarios.
Participar en un escrache, aunque sólo sea para evidenciar que a quien va dirigido es un mangante, tendrá una sanción de difícil pago. Acudir a una manifestación con capuchas – no las de Eta sino esas que utilizan los jóvenes para protegerse del frío – también; interrumpir una misa, algo incorrecto e ineducado, se sancionará también con multa; al igual que hacer una fotografía al policía o a un mozo de escuadra que delinque y un largo etcétera que sólo pretende meter el miedo en el cuerpo a los ciudadanos para que éstos no protesten cuando lleguen, que llegan, recortes que afectan a derechos fundamentales.
La muestra ya ha llegado en la huelga de limpieza de Madrid, cuya alcaldesa, posiblemente nombrada con la misma inspiración que el ministro del Interior aunque con peores artes, ya ha pedido que se legisle sobre los servicios mínimos, todo ello para hacer valer esa soberbia que nunca reconoce la pérdida de una batalla en el fichero de la política.
La Voz de Medina y Comarca