Editorial

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La Rotonda
Esta semana comenzaron a declarar como imputados, en el Juzgado de la villa, los que fueran miembros del equipo de Gobierno de la pasada legislatura en el Ayuntamiento de Medina con motivo del caso de “La Rotonda”, una obra que, presumiblemente, no llegó nunca a adjudicarse pero que está ahí, como testigo mudo, en la carretera  de Olmedo.
Naturalmente que es tiempo de sosiego y de dejar a la Justicia que haga el trabajo que tiene encomendado; aunque la situación no es cómoda ni para los medinenses, que ven el nombre de la villa y de su Ayuntamiento enfangado en una cuestión molesta, ni tampoco, faltaría más, para quienes van a tener que atravesar la puerta de ese inmueble de la calle de Gamazo para prestar declaración.
Quizás, esta situación de molestia y de enojo para todos podría haberse evitado si alguien, entendiendo por tal y en tal indeterminación a quien ocupó la poltrona presidencial del número uno de la Plaza Mayor, hubiese afrontado con gallardía la responsabilidad de arrostrar con la responsabilidad de los hechos acaecidos en los tiempos en los que fue alcalde de la villa.
Pero no, la falta de bizarría de quien es, por el cargo que desempeñó, el responsable último de los hechos que acaecieron durante su mandato, ha hecho que numerosas personas que le acompañaron en su aventura local se vean ahora en una situación incómoda, viendo como sus nombres y fotografías salen en los medios de comunicación para convertirse en la comidilla de propios y extraños, por la única razón de haber apoyado al “jefe” con armas y bagajes hasta las últimas consecuencias, en un verdadero alarde, evidentemente no correspondido, de obediencia ciega, entrega o, si se quiere, admiración y acato.
Pero como las cosas son las que son, y cada cual es como es, los miembros del antiguo Grupo de Gobierno, aun en los casos de aquellos que nada tuvieron que ver con Urbanismo, se ven ahora implicados en un asunto desagradable, incluso después de haber abandonado el Ayuntamiento, que puede acarrearles responsabilidades por el simple hecho de haber votado lo que creyeron correcto, y de las que el último responsable podría, dado lo confuso de la interpretación de las leyes, evadirse en una primera instancia haciendo valer una condición de aforado, de la que podría beneficiarse, “mutatis mutandis”, por su cargo de procurador regional.
La Voz de Medina y Comarca