Editorial

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Fiestas y crisis 
Los recortes se han dejado sentir este año en la elaboración de los contenidos de los programas de fiestas de todos los municipios de la zona y, con certeza casi absoluta, en los de toda España. Eso es algo tan obvio como que el sol sale todos los días y la noche llega en 365 ocasiones a lo largo del año. Y para comprobarlo, con echar un vistazo en cualquier pueblo sobra y basta.
Pero la cuestión no es ésa, ya que, tras el ajuste del cinturón de los Ayuntamientos y a pesar de que los mismos han procurado que la mayoría de los actos festivos, dentro de las posibilidades, sean gratuitos para no gravar aún más las economías domésticas, la eclosión de alegría festiva no se ha producido como en otras ocasiones, salvo en los sectores de población juveniles que, con más o menos recursos, organizan la fiesta tan pronto como se reúnen un buen número de ellos, con o sin pretexto y hasta con poco dinero.
Pero lo que es innegable es que los padres y las madres de familia, ante la incertidumbre del futuro económico y laboral, ante los gastos de libros y material escolar que se avecinan con motivo de la vuelta al colegio de sus hijos; y un largo etcétera de problemas, entre los que se encuentran los copagos sanitarios, las supresiones de becas y un un sinfín de hechos más, que hace un par de años a nadie preocupaban, dejan reflejar en sus faces un aspecto de preocupación que se contagia al resto de la sociedad, que, precisamente, tampoco tiene la cara de rosas. Por su parte, los abuelos, conscientes de que, si no lo hacen ya, tendrán que mantener a sus descendientes con sus modestas pensiones, al haberse terminado los subsidios de desempleo de muchos de sus hijos, tampoco muestran un aspecto risueño y limitan sus posibilidades, por la cautela que tienen quienes han vivido otras malas épocas, a la hora de dar la propina a sus nietos.
Y así podrían irse citando numerosos ejemplos, capa por capa de población, que inducen a pensar que las fiestas, sea cual sea la programación de las mismas, requieren del componente de alegría interior, de la seguridad económica y del futuro prometedor, que hoy faltan, para que sus resultados sean los apetecidos.
Incluso, y es sólo un ejemplo, a encuesta de esta semana de “lavozdemedinadigital” arroja un resultado hace años impensable: la mayoría de los ciudadanos creen que el Ayuntamiento no debe presupuestar más dinero para las fiestas.
Pues que así sea, que tal es la sensatez que emana de las caras tristes de la ciudadanía en la recta final de San Antolín.
La Voz de Medina y Comarca